Bueno, ya pasaron las elecciones en la Candelaria. Pasó lo
que tenía que pasar: acudimos muchos hermanos; estábamos la inmensa mayoría en los alrededores de la casa Hermandad, en los
bares plenos de aforo y en la Capilla Sacramental, en la que se celebraba la
Eucaristía delante de nuestras Imágenes cuando yo llegue sobre las 20 y 15,
ningún hermano de los muchos que por allí estábamos. Seguro que muchos de los
presentes nos marchamos, alegres o decepcionados según su apuesta votada, sin
decirles tan siquiera buenas tardes o adiós. También, como estaba programado y
me aseguró él mismo, el pasado Martes Santo, ganó las elecciones nuestro
hermano: Justo Rufino Charlo, al que felicito al igual que a todo su equipo.
El que felicite a los componentes de la Candidatura de la
continuidad, no quiere decir que me alegre por ello; es más, no tengo claro que
sean capaces de CONTINUAR el menos que mediano nivel, según mi opinión, en el que se ha
desarrollado la vida de Hermandad en los últimos años. En el cambio se han
perdido Oficiales importantes: José María Cuadro; al que mis circunstancias,
personales con él, no las puedo sobreponer y usar para negar sus indudables cualidades
para el cargo que ha desempeñado. Quien fue mi compañero de puesto y es mi
amigo, Mario Castillo Gómez; un muy buen Mayordomo y mejor candelario, sería
importante que no se perdiera para la Hermandad y llegara a ocupar más altas
responsabilidades, aunque sé que esto último no le gustará, si se entera, que
lo he dicho. Ignacio Gómez Girón, candelario de los mejores que tenemos y que
entiendo ha debido ser un buen consejero y asesor por conocimientos y cariño a
la Hermandad. Ignacio es para mí algo más que un amigo; y, aunque no tenemos la
misma visión ni opinión de la Hermandad, metería mi cabeza en el agujero que él
me dijera sin dudarlo ni un solo segundo, sé que no le ha movido nunca nada que
no sea su amor a Nuestra Madre y cariño a la Hermandad. Pedro Pablo Gutiérrez
Gómez y Carlos Francisco González Roldán; dos buenos Priostes, buenos
trabajadores, discretos y cariñosos con todos y candelarios de cuna. De los que
permanecen no voy a opinar a título personal pero, aunque no diré en público
sus nombres, sí hay tres entre ellos que si tuvieran “vergüenza torera” se
cortarían la coleta antes de la toma de posesión de su nuevo cargo, pues ha sido denigrante la campaña que han realizado y permitido desde sus actuales puestos de Gobierno; ellos
seguro que saben quiénes son, ¿a que sí lo sabéis? Pues eso, ¡ya estáis
tardando! A los nuevos desearles suerte que es lo único que puedo y deseo
hacer.
No dejará de sorprenderme nunca la falsedad que reina en las
Hermandades. Gracias a Dios, no es uno de los defectos que me concedió entre los
muchísimos que tengo. Yo siempre digo lo que pienso y cómo lo pienso; es por
eso que me sorprende que haya personas que en función de dónde estén ellos, o
esté yo, así me tratan, “no sé sí mesentiende”. Es lamentable que hermanos que me
retiraron el saludo y la palabra, sin saber yo por qué ni darme la más mínima
explicación del motivo, ahora me abracen y besen. Más aún, que algunos compañeros
de Junta; no hay que olvidar que, de los nueve años de la actual candidatura en
funciones, yo fui un activo emprendedor y ejercí como Mayordomo dos años hasta que
empecé a ser incómodo para algunos y dañino para la Hermandad; que no se han
preocupado ni de hacerme una simple llamada de teléfono o pregunta, del por qué
me echaban, qué había pasado o cómo iba
mi “enfermedad de la azotea”, ahora
también, me besen y abracen e incluso me
pidan amistad por facebook. Cómo dije en la anterior entrada del blog, ayer fue
la primera vez que entraba en la nueva Casa Hermandad, esperaba que alguien me
acogiera y me la enseñara; no hubo suerte, otra vez será. Sí vi alguna cara
desencajada al verme, con el temor en la mirada cuando la cruzamos y la pregunta en su pensamiento de: ¿qué carajo
hace aquí el gordo cabrón este otra vez? Pero es verdad que salí compensado
pues fueron muchos más los que se acercaron por derecho, de frente, sin
falsedad y con el verdadero cariño fraternal y alegría sana que nos debemos.
Gracias a todos estos últimos principalmente;
pero también a los primeros mencionados pues me recuerdan constantemente
como no debe ser nunca mi comportamiento personal hacia los demás; ¡que duro es algunas veces aprender!
Realmente, para sacar el beneficio que pretendo de las
Hermandades a las que pertenezco, no tendría que pagar una cuota de hermano
pues nada material busco en ellas, pero centrémonos en la Candelaria que es de
la que tratamos: Visitar de vez en cuando a nuestras Sagradas Imágenes en la
soledad de su Capilla, más ahora que habitualmente allí está recogido el
Santísimo. Más aún me gusta si está la
cancela cerrada y me puedo sostener en ella mientras les consulto mis dudas e
inquietudes, les cuento mis alegrías, penas o cuitas y les pido ser cada día
mejor persona y mejor cristiano. Verlos a Ellos cuando salen a nuestro
encuentro, por las calles perdido en una acera entre extraños y haciéndome masa
con ellos. Nada más, de verdad que nada más necesito.
Más os engañaría si no dijera lo que me gustaría encontrar y, empiezo
de nuevo a luchar para ello, conseguir en nuestra Hermandad. Como nadie me
preguntará, es por lo que lo dejo por aquí para la constancia por si a alguien
le vale. Me gustaría que nuestra Hermandad fuera dirigida por los más
capacitados y no por los más cómodos y adaptables; que los Oficiales de Junta
fuesen y actuasen como cicerones para los recién incorporados o hermanos que
nunca hayan sido más que “capiroteros”; que estuviésemos informados de todas
las decisiones tomadas en Cabildos de Oficiales y a que necesidades obedecen;
que nuestros Cultos contasen con los mejores Oradores y fuesen tan
multitudinarios al menos como los Cabildos de elecciones; que se nos
proporcionase una buena formación cristiana y se nos ofreciese conocer otras
religiones, al menos con las que actualmente convivimos; que nuestra Cofradía
fuese ejemplar en todos los sentidos y que en ella se formase por estricto
orden de antigüedad y que no pudieses ver a un nazareno detrás detrás tuya con menos años de
edad que años de antigüedad tienes tú; que los puestos de honor que se
otorgasen fuesen eso, de honor, súper reducidos y respondiesen sólo a hechos
extraordinarios y beneficiosos para la Hermandad; que nuestras cuadrillas
estuviesen formadas mejor por hermanos
que fuesen mediocres costaleros que por grandes costaleros pero mediocres hermanos
hechos exclusivamente para ser
costaleros; que los capataces respondiesen ciegamente a las instrucciones de los fiscales y que cediesen todo su protagonismo a los pasos, e Imágenes, que dirigen; que que los diputados y celadores fuesen los nazarenos más
experimentados de la Hermandad; que nuestra Procesión Eucarística contara con
más hermanos que músicos; que hablemos más de humanidad que de caridad; que
nuestra obra social no sea grandilocuente pero ayude a los más necesitados
de nosotros; que el uso de los medios de comunicación y por las redes sociales
fuesen, al menos, tan utilizados como cuándo llegan las elecciones; que tuviésemos conciencia del valor de los
buenos gestos y de su importancia en el trato de los demás, etc., etc., etc.
¡Ea!, hasta otra, que la Salud y la Luz nos asistan.
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