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6 oct 2010

ENTRADA ESCATOLÓGICA

De las cosas más desagradables que nos pueden pasar en el día a día normal de nuestra vida es tener diarreas. Al menos a mi me molesta e incomoda bastante. Peor aún es el estreñimiento, bastante peor, en esto creo que estaremos todos de acuerdo.

Hace años, del orden de veinticinco sin premio, me pasó un sucedido desagradable que, entre mi gente amiga, sale a colación cada vez que la conversación vira hacia la escatología. Mi mujer, Rosa, en su día lo contó como una anécdota jocosa, pero ha permanecido en la memoria de todos y ya digo, más de una y de un puñado de veces, al final termina toda la reunión hablando de la vez que se ciscó el gordo. Conste que en aquella época no era gordo, era un tipo estilizado de no más de ochenta kilos.

Todo empezó con una visita a casa de mi compadre Eduardo. Vivíamos en Pinomontano, en la zona de entre el supermercado Mas y la guardería, y era normal que algunas noches o él con su mujer e hijas iba a mi casa a cenar o nosotros íbamos a la suya. Yo la verdad es que ese día no tenía muy buen cuerpo pues llevaba varios días sin obrar y tampoco tenía muchas ganas de visita, pero ya sabéis; al final, el refrán tiene razón: más pueden dos tet... que dos carretas.

Lo normal cuando llegamos con unos anfitriones atentos.

-¿Queréis una cervecita, un tintito o algo para beber?

-No, fue mi respuesta inmediata.

-¿Unas tapitas, algo de picar?

- No, otra vez de respuesta aunque ésta con cara de un poquito de asco al escuchar “comida”

- Joder, ¿qué te pasa, estás malo? Me preguntó Eduardo.

Entonces es cuando le expliqué lo que me pasaba.

- Llevo varios días sin defecar y no te puedes figurar lo malo que estoy; no tengo ganas de nada que no sea lo que tú te puedes imaginar.

Para él la situación era normal pues este tío siempre ha aligerado el vientre con la misma periodicidad con la que beben los camellos, o sea, cada siete u ocho días.

- Pues para eso tengo yo la solución, tómate estas gotas que yo tomo y verás como te alivia y mejora.

- Déjate, que tú sabes que a mi las medicinas me dan yuyu, le contesté

- No tengas cuidado, tómatelas y verás como mañana te alegras, llévate el frasquito por si lo necesitas otra vez mañana u otro día.

Bien, pues una vez tomada las gotas y concluida la velada nos fuimos para casa. Todo normal durante la noche y cuando llega la mañana me siento en el trono y nada. Media hora apretando más que Zapatero y nada de nada.

-Qué pasa, ¿han hecho efecto las gotas o no? me pregunta mi mujer.

- Nada, con to los muertos del estreñimiento, le respondí.

- Pues tómate las gotas otra vez, ¿no te tienes que quedar hoy en la oficina? Me aconsejó mi mujer.

- Venga, después de perdidos al río. Cogí y me pegue otro jeringazo de gotas. Evacuol se llamaban las muy cabronas.

En la oficina todo iba bien, aunque de ir al retrete nada de nada. Aparece mi jefe y me dice.

- ¿Te puedes despistar media hora? es que ha llamado “fulano” que acaba de firmar unas letras y deberíamos ir a recogerlas ya que hacen falta para hacerlas dinero.

- Vale, no te preocupes, ahora cuando acabe con esto que estoy liado me acerco y las recojo.

Cojo las llaves de un coche de la empresa y me dirijo para el lugar de recogida que era en la Algaba. Todo iba de maravillas, ni recuerdo de las gotas que había tomado; pero el destino, que todos sabéis es macabro, me jugo una mala pasada.

Yo estornudo muy de tarde en tarde, pero cuando lo hago suele ser muy fuerte y muchas veces y ahí se fraguó mi tragedia. Pasado San Jerónimo, a la altura del Fogón de Pepín, me viene un estornudo grande; agarro el volante fuertemente para que el coche no se desviara y ¡ay Dios mío! Ya no era un hombre, era un cuerpo al que le salían los excrementos por el cuello, los perniles del pantalón, por entre los botones de la camisa y por todos los orificios de la ropa que llevaba puesta.

Otro gran problema era qué, como iba en un coche de la empresa, no llevaba llaves de casa y a la oficina en el lamentable estado en que me encontraba tampoco podía ir. De alguna forma había que salir para adelante y decidí irme para casa. Entonces no había teléfonos móviles, por lo tanto, tampoco forma de enviar un aviso previo de la situación a la parienta para que preparara la logística necesaria.

Llego al portal del bloque y empiezo a llamar al portero de casa. Nada, nadie responde. Pruebo con el de la vecina de junto. Nada, tampoco contesta nadie y ya empiezo a desesperarme cuando escucho por detrás de mí pero desde lejos.

-¡Fali, niño, Fali! Miro y es mi mujer que me llama desde la puerta de la frutería que estaba al otro lado de la plazoleta en la que vivíamos. Le hago seña con la mano que venga y nada, ni caso. Le hago otra vez seña y no se mueve pero sí me dice a voces.

- Espérate que me toca ya mismo; ven, que tengo aquí la niña.

- No puedo Rosi, ven y deja la frutería, le digo también a voces.

- Espérate, no sé que prisa traes con lo temprano que es. Me recrimina encima la buena mujer

- ¡Que me he jiñao Rosi. Que me he jiñao! Ese es el motivo de la prisa, le grité.

Ya os podéis figurar la que se armó en la plazoleta cuando la gente escuchó lo que me pasaba y todos salieron desde la frutería, de la panadería, del bar del italiano y del local de la prensa de mi amigo, ya ausente, Antonio Ojeda “el chucherías”. Salieron riéndose todos de mi y de mi lamentable situación, posteriormente la guasa duro su correspondiente cuarentena pues, cuando bajaba a por el pan o el periódico, se recordaba la situación y de nuevo había su poquito de cachondeo.

Bueno, os dejo ¡miarmas! que voy a comprar lotería o cupones que dicen que este tema trae suerte.

13 comentarios:

X dijo...

Joder, miarma, qué asquito y qué mal lo debiste pasar. Ojalá no me toque vivir nada así.

ANTONIO SIERRA ESCOBAR dijo...

¡que apuro he pasao, acordándome de la peste del coche por dentro! -de puro arte- jajaj

Lola Montalvo dijo...

Esas cosas le pueden pasar a cualquiera, no lo olvidemos. Pobre...!
Besos

Lisset Vázquez Meizoso dijo...

Ay mi niño, pobrecito...! Es que el tema del estreñimiento es jodido. Y las medicinas para arreglarlo, pues eso, con cuidado :) A mi peque le mandaron a beber mucha agua al día y ya nunca más ha padecido de eso, así que aplícate el cuento amigo, mucha agua :) y nada de gotitas al menos no de chupito en chupito :) Besos.

sevillana dijo...

Se que se pasa muy mal pues a mi me ocurrió en la boda de una de mis sobrins que se casó este año.
No quería levantarme de la mesa antes de terminar el almuerzo y cuando terminamos me fui directa al baño. Una de mis cuñadas viendo que no salía de él me llamó a la puerta para ver si me pasaba algo, y salí con una mala cara que ni te imaginas.
Despues de mi operación de vesícula tras como termino de desayunar, almorzar o cenar a los diez minutos escasos ya estoy en el baño y menos mal que tenemos en casa dos que si solo fuera uno y estuviera ocupado no se lo que haría. Mi médico dice que mi organismo se irá adaptando a ello pero hace un año que pasé por la operación y aún nada de arreglo.
Espero que ya te encuentres bien.
Saludos

Verdial dijo...

Jajajajajajajaja, perdona que me ría yo también, pero es que el caso no es pa menos. Vamos, que te cagaste hasta las trancas. Imagino que no habrás tomado más Evacuol.
Por cierto, no cuentas nada de como quedó el coche de la empresa ¿lo manchaste? (jijijijiji).

Un abrazo

Juanma dijo...

jajajjaa, qué pesadilla, hijo mío, qué mal rato...

Un fuerte abrazo.

Juan Carlos Garrido dijo...

Sin duda, es una anécdota "que te cagas".

Un abrazo.

La gata Roma dijo...

Al final ya he situado donde vivías, yo también cerca del MAS pero para el otro lado, donde la Farmacia, la panadería de Paco y esa parte. Al kiosko de tu amigo iba mucho a comprarle Habano a mi padre porque era un tabaco que no todo el mundo vendía.

Lo tuyo, en fin, no te digo na… pobre mío. Como te han dicho, a todos nos puede pasar, pero no todo el mundo tiene esa exposición pública, jajaja

Kisses

impresiones de una tortuga dijo...

Miarma, desde luego es para no olvidarlo. Si contáramos todas las anecdotas escatológicas que nos han pasado a cada cual.....Saludos.

Naranjito dijo...

!Y yo me quejo de un cólico de ná!
Esto si que es grave, y menos mal que tenias a tu mujer cerca para abrirte la puerta.
Por cierto, saludos al que limpió el coche.

esasevilla dijo...

Yo creo que a más de uno de aquí (yo el primero) le faltaría el valor siquiera para contar sucesos como este!

Un saludo!

http://esasevilla.blogspot.com/

Bernardo Romero dijo...

Muy buena la historia. Lo cuentas tal cual, pero no estaría mal darle un poco más de trapo al final, tiene un final demasiado rápido. Pero es genial, sigues escribiendo con la frescura que te caracteriza. Eres genial. Y lo de andar primero con lo defecar, obrar... para terminar con lo de jiñar, es realmente fantástico. Lo dicho, eres un genio. Un abrazo.