Ayer cuando llegue a casa para almorzar me lleve una buena sorpresa pues estaba colgada en un aparador, alto del comedor, mi túnica de nazareno metida en una bolsa de la tintorería. Limpia, planchada y esperándome tan impaciente como yo lo estoy de que llegue el día grande.
Me la tendré que probar para evitar las sorpresas y que no me pase como el año pasado, os cuento.
Yo soy un tío gordo y grande, mido casi un metro ochenta y peso ciento veinte y algo de kilos, con lo cual os podéis figurar. Pues bien, el año pasado no tuve la previsión de probármela y cuando me la puse me lleve el sofocón de que me estaba un muchito ajustada. Yo me visto la túnica en la Iglesia pues, para realizar el trabajo previo a la salida, me es más cómodo estar vestido de calle que de nazareno. Me estaba ayudando a colocarme la cola un hermano, Joaquín, y cual fue nuestra sorpresa cuando cogemos el esparto y no llegaban las correas a las hebillas.
¡Ay!, como diría el Risitas. Haceros una composición de la escena: Cuarto de enseres con la puerta entreabierta, Templo lleno a rebozar de nazarenos, compañero de junta, desde el altar por el micrófono, llamándome para que acudiera a la reunión previa que solemos tener y yo sin poder abrocharme el esparto. Acude un Prioste en mi busca y cuando ve la escena empieza a ayudar a Joaquín: La ayuda es pegándome empujones en la barriga y con las prisas había dejado abierta de par en par la puerta del cuarto. Cachondeo generalizado de nazarenos que estaban cerca, choteo de los viejos y risas de los chavales jóvenes y todos los clásicos consejos: lo que tienes que hacer es comer menos; a ver si te mueves más; tienes que hacer deporte, verás el reventón que vas a pegar; etc., etc.
Por lo tanto, este año no me pasa; me pruebo la túnica, me pruebo el esparto, el capirote y las sandalias y de camino me miro bien en el espejo pues yo, al igual que Javier Criado Hermano Mayor de Pasión, me veo guapo vestido de nazareno.
Ahí queó, ¡miarma!
Que poco nos va quedando ya, felicidades.
Me la tendré que probar para evitar las sorpresas y que no me pase como el año pasado, os cuento.
Yo soy un tío gordo y grande, mido casi un metro ochenta y peso ciento veinte y algo de kilos, con lo cual os podéis figurar. Pues bien, el año pasado no tuve la previsión de probármela y cuando me la puse me lleve el sofocón de que me estaba un muchito ajustada. Yo me visto la túnica en la Iglesia pues, para realizar el trabajo previo a la salida, me es más cómodo estar vestido de calle que de nazareno. Me estaba ayudando a colocarme la cola un hermano, Joaquín, y cual fue nuestra sorpresa cuando cogemos el esparto y no llegaban las correas a las hebillas.
¡Ay!, como diría el Risitas. Haceros una composición de la escena: Cuarto de enseres con la puerta entreabierta, Templo lleno a rebozar de nazarenos, compañero de junta, desde el altar por el micrófono, llamándome para que acudiera a la reunión previa que solemos tener y yo sin poder abrocharme el esparto. Acude un Prioste en mi busca y cuando ve la escena empieza a ayudar a Joaquín: La ayuda es pegándome empujones en la barriga y con las prisas había dejado abierta de par en par la puerta del cuarto. Cachondeo generalizado de nazarenos que estaban cerca, choteo de los viejos y risas de los chavales jóvenes y todos los clásicos consejos: lo que tienes que hacer es comer menos; a ver si te mueves más; tienes que hacer deporte, verás el reventón que vas a pegar; etc., etc.
Por lo tanto, este año no me pasa; me pruebo la túnica, me pruebo el esparto, el capirote y las sandalias y de camino me miro bien en el espejo pues yo, al igual que Javier Criado Hermano Mayor de Pasión, me veo guapo vestido de nazareno.
Ahí queó, ¡miarma!
Que poco nos va quedando ya, felicidades.
6 comentarios:
tienes to el arte...
Que arte mah grande y que categoría...
Me ha encantao la anécdota miarma, estas cosas son las que uno recordará pa to su via a pesar de los pesares.
¡¡¡Que ya estamos ahí!!!
Jeje, buenísima la anécdota.
Yo tengo una un poco mas humillante.... Fue hace muchos años, la segunda vez en mi cida que salí de nazareno. Mi madre, que era novata en esas lides, al coserme el escudo en la capa, me lo puso en el lado contrario. Evidentemente no nos dimos cuenta, yo tenía apenas 12 años y tampoco pensaba que estuviera mal.
El problema fue al llegar a la iglesia, que daba el cante... y mucho. Total, me lo cosieron sobre la marcha, pero pasé un mal rato...
Saludos.
Muchas gracias por vuestros comentarios y deciros que me siento honrado por tener de visitantes a dos blogueros de los que considero grandes de este movimiento: bienvenido Du Guesclin, hola de nuevo Moe.
Gracias a estas anecdotas y vivencias nos alimentamos los cofrades.
Un abrazo.
Rafa picha vaya rato malo......y que manera de definirte....."yo soy un tio gordo y grande"......vaya tela.......y buena gente también hombre....que te lo digo yo....un abrazo desde Jerez
Hola Alfredo bienvenido a esta tu casa. Gracias por lo de buena gente, eso al menos lo intento ser pero que soy grande y gordo es una verdad como la copa un pino.
Un abrazo.
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