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8 feb 2009

TERMINO CON LA COMPARACION

Como decía, la cosa continuó sin “limpieza de miras”.
Ya empezamos algunos costaleros y capataces a participar en juntas de gobierno; igualmente empezamos a ir de capataces a otras Hermandades y con estos movimientos cambio definitivamente toda la filosofía del nuevo “mundo del costal”.
Desde entonces se empezaron a sembrar los vientos que ya hoy se están convirtiendo en tempestades y rigen en muchas cuadrillas de costaleros, por no decir en todas y lo peor en muchas Hermandades, casi todas.
Con este cambio en el “mundo del costal” empezó un gran cambio en el mundo de las Hermandades. Se empezaron a desvirtuar situaciones en nuestras Hermandades. Se rebajo mucho la preparación necesaria para optar a los puestos de junta de gobierno: ya cualquiera valía para “todo” si contaba con los votos de los componentes de las cuadrillas de costaleros y, claro está, esta situación no ocurrió en un solo sentido sino que también y sobre todo en el contrario. Si se prometía el martillo al que ocupaba el puesto de capataz se tenía mucho avanzado para ganar unas elecciones y por lo tanto si perdía la candidatura apoyada por los costaleros la primera desición que tomaba la junta entrante era cambiar a los responsables de las cuadrillas.
También, a los pocos años, se empezó a montar la mentira de las cuadrillas de hermanos, que no eran tales cuadrillas de hermanos. Nadie, ni ninguna Hermandad, se atreve a decir lo que cobran los capataces que se dedican a sacar varias cofradías como: Los Sres. Villanueva, D. Antonio Santiago, D. Francisco Reguera, etc. Y con ellos los costaleros y auxiliares que van como hombres de su confianza.
Bajo mi opinión es hora de cambiar todo lo relativo a los costaleros, si no queremos vernos abocados a afrontar los problemas que han empezado a aparecer en Hermandades como: San Esteban, Hiniesta, Candelaria, Calvario y otras que aunque no tan a la vista ya los tienen encima. La primera medida sería comenzar a ser sinceros; explicar a nuestros Cabildos Generales los “apaños” que se hacen en las cuentas para justificar los pagos a capataces y costaleros que no son “hermanos” propiamente dicho y, sobre todo, no usar a los componentes de las cuadrillas para tratar de ganar elecciones y con ello hipotecar a las Hermandades y sus juntas de gobierno de tan pesadas cargas.
Permitirme aplicar el refrán de: “todas las reglas tiene su excepción” y, por lo tanto entre nuestros costaleros hay muchos limpios de corazón que no se sienten manipulados, y seguramente es verdad, pero no pueden olvidar que se han constituido nuestras cuadrillas como entes aparte de nuestras Hermandades sin la participación necesaria en la vida y en el día a día de las mismas. ¿Cuántas cuadrillas tienen instituido un día al mes reunión en un bar cercano a la Hermandad pero son pocos los que entran en el templo para visitar a sus Sagradas Imágenes o pasar por la casa hermandad?
Volvamos a los principios. Obremos de corazón y con sentimientos sinceros, empecemos en nuestras Hermandades como antes se hacía, con la túnica y la varita de la mano de nuestros mayores y lo principal: que tengamos siempre preparada la túnica para cuando nos llegue la hora de dejar el costal o el traje negro. No luchemos por perpetuarnos en las cuadrillas y volvamos a sentir el orgullo de ser nazarenos en los últimos tramos de nuestras filas de luces que por nuestra edad nos corresponde.
Esta ha sido la última chicotá sobre esta comparación de los costaleros hermanos en el tiempo que dura este movimiento.
Ahí queó, ¡miarma!

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