Esta misma gente de Triana, cuando tuvimos la desagradable experiencia de la lluvia, durante una Estación de Penitencia, nos sorprendieron de nuevo con su forma de actuar. En positivo la sorpresa, naturalmente.
Antes no he explicado, aunque todo el mundo de las Cofradías lo sabe, que Julio Vera es un hombre que habla muy poco, y lo poco que habla lo hace en un volumen muy bajo, creo que debido a su timidez, pero es de las personas que cada vez que habla “sentencia”. ¡Que te deja pocas posibilidades de contradecirle, vamos!
Nos cogió la lluvia en un sitio difícil de actuar de forma coherente. La actuación de nuestro cuerpo de nazarenos fue ejemplar, destacando el tramo infantil cuyas imágenes cuando lo recuerdo, viéndolo en video pasando por la Campana, siempre me cuesta un buen montón de lágrimas. Los pasos, cada uno por un sitio y nosotros, la junta de gobierno, divididos en lo que aquella tarde fueron las dos sedes de nuestra Cofradía. Personalmente me encontraba con los compañeros que estábamos en el palio y no era posible conectar por teléfono con los que se encontraban con el paso del Señor, pues las líneas estaban saturadas y por lo tanto al caos producido se sumaba la desinformación.
Una vez dejado el paso de palio con Nuestra Señora en nuestra sede, nos encaminamos los oficiales de junta que allí estábamos al templo dónde estaba nuestro otro paso con el Señor. Cuando llego a la puerta, me encuentro, en la misma a Julio Vera y dos o tres componentes más de su Banda literalmente “empapados”. Ya conocéis la levita que llevan larga y azul; pues ésa, se hubiera podido exprimir como si de una naranja se hubiese tratado. Entro en el templo, me entero como está la situación allí y le digo a mis compañeros de junta que salgo para hablar con el director de la Banda. Busco a Julio y le digo: como está el tema de la lluvia no tenemos seguridad de nada, la hora que es ya y como ésta tu gente de mojada, creo que lo mejor es que os retiréis; nosotros esperaremos a ver que podemos hacer y en una hora haremos un Cabildo de oficiales y decidiremos si nos quedamos o nos vamos para casa. Su contestación: nosotros no nos vamos de aquí hasta que el Señor no se vaya. Eso, claro está, dicho con la misma voz y la misma cadencia del anteriormente mencionado: eso nunca será problema. Amago de discusión por mi parte argumentando: los muchos chavales jóvenes que componen la Banda, lo mojados que estaban y las pocas posibilidades de saber que decisión tomar. Y él, lo mismo: nosotros no nos vamos de aquí hasta que el Señor no se vaya. Bueno, pues ante esa actitud, poco se podía hacer; sólo acceder y guardarte las lagrimas, que no sabían por donde brotar, ante tal gesto de generosidad y cariño por una Hermandad y su Divino Titular.
Cuando se pudo recomponer la parte de Cofradía que allí quedaba y una vez adoptada la decisión por el Cabildo de oficiales de irnos para nuestra Sede, allí estaban, en su sitio, los Marineros de las Tres Caídas: formados, mojados, pero con la marcialidad y el orgullo de “TRIANEROS”. Me dirijo de nuevo a Julio, y le digo que nos vamos lo más rápido posible y a tambor. Su respuesta: como debe ser. Fue espeluznante ver aquella Banda completa, sin faltar ni uno de los ciento y muchos que la forman, con solo los tambores marcando el paso, sin florituras ni redobles, detrás del Señor. Fue magistral la única marcha que tocaron antes de entrar en nuestro templo, al menos así la recuerdo: como las trompetas capaces de derribar murallas que describen nuestras Sagradas Escrituras. Esta imagen la tengo grabada en mis retinas, pues yo iba con otros muchos nazarenos detrás de la Banda; a paso largo -igual al que llamamos de muda- pero puedo jurar que nunca vi andar el paso de mi Señor, como lo vi aquella noche.
Esa es la grandeza de esa gente de Triana, ese es el orgullo de una casta y de un barrio, esa es la majestad de los componentes de una, para mi, muy querida Banda y Hermandad: la de Nuestro Padre Jesús de las tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza de Triana.
En su honor he recordado estas dos ocasiones.
Ahí queó, ¡miarma!
Antes no he explicado, aunque todo el mundo de las Cofradías lo sabe, que Julio Vera es un hombre que habla muy poco, y lo poco que habla lo hace en un volumen muy bajo, creo que debido a su timidez, pero es de las personas que cada vez que habla “sentencia”. ¡Que te deja pocas posibilidades de contradecirle, vamos!
Nos cogió la lluvia en un sitio difícil de actuar de forma coherente. La actuación de nuestro cuerpo de nazarenos fue ejemplar, destacando el tramo infantil cuyas imágenes cuando lo recuerdo, viéndolo en video pasando por la Campana, siempre me cuesta un buen montón de lágrimas. Los pasos, cada uno por un sitio y nosotros, la junta de gobierno, divididos en lo que aquella tarde fueron las dos sedes de nuestra Cofradía. Personalmente me encontraba con los compañeros que estábamos en el palio y no era posible conectar por teléfono con los que se encontraban con el paso del Señor, pues las líneas estaban saturadas y por lo tanto al caos producido se sumaba la desinformación.
Una vez dejado el paso de palio con Nuestra Señora en nuestra sede, nos encaminamos los oficiales de junta que allí estábamos al templo dónde estaba nuestro otro paso con el Señor. Cuando llego a la puerta, me encuentro, en la misma a Julio Vera y dos o tres componentes más de su Banda literalmente “empapados”. Ya conocéis la levita que llevan larga y azul; pues ésa, se hubiera podido exprimir como si de una naranja se hubiese tratado. Entro en el templo, me entero como está la situación allí y le digo a mis compañeros de junta que salgo para hablar con el director de la Banda. Busco a Julio y le digo: como está el tema de la lluvia no tenemos seguridad de nada, la hora que es ya y como ésta tu gente de mojada, creo que lo mejor es que os retiréis; nosotros esperaremos a ver que podemos hacer y en una hora haremos un Cabildo de oficiales y decidiremos si nos quedamos o nos vamos para casa. Su contestación: nosotros no nos vamos de aquí hasta que el Señor no se vaya. Eso, claro está, dicho con la misma voz y la misma cadencia del anteriormente mencionado: eso nunca será problema. Amago de discusión por mi parte argumentando: los muchos chavales jóvenes que componen la Banda, lo mojados que estaban y las pocas posibilidades de saber que decisión tomar. Y él, lo mismo: nosotros no nos vamos de aquí hasta que el Señor no se vaya. Bueno, pues ante esa actitud, poco se podía hacer; sólo acceder y guardarte las lagrimas, que no sabían por donde brotar, ante tal gesto de generosidad y cariño por una Hermandad y su Divino Titular.
Cuando se pudo recomponer la parte de Cofradía que allí quedaba y una vez adoptada la decisión por el Cabildo de oficiales de irnos para nuestra Sede, allí estaban, en su sitio, los Marineros de las Tres Caídas: formados, mojados, pero con la marcialidad y el orgullo de “TRIANEROS”. Me dirijo de nuevo a Julio, y le digo que nos vamos lo más rápido posible y a tambor. Su respuesta: como debe ser. Fue espeluznante ver aquella Banda completa, sin faltar ni uno de los ciento y muchos que la forman, con solo los tambores marcando el paso, sin florituras ni redobles, detrás del Señor. Fue magistral la única marcha que tocaron antes de entrar en nuestro templo, al menos así la recuerdo: como las trompetas capaces de derribar murallas que describen nuestras Sagradas Escrituras. Esta imagen la tengo grabada en mis retinas, pues yo iba con otros muchos nazarenos detrás de la Banda; a paso largo -igual al que llamamos de muda- pero puedo jurar que nunca vi andar el paso de mi Señor, como lo vi aquella noche.
Esa es la grandeza de esa gente de Triana, ese es el orgullo de una casta y de un barrio, esa es la majestad de los componentes de una, para mi, muy querida Banda y Hermandad: la de Nuestro Padre Jesús de las tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza de Triana.
En su honor he recordado estas dos ocasiones.
Ahí queó, ¡miarma!
4 comentarios:
Ejemplar desde luego la actitud. Vays contestaciones mas precisas con tan pocas palabras...de quitarse el sombrero.
Ya había visitado varias veces este blog, pero no había comentado. Reciba un saludo en mi primera intervención.
Que grande y que emotivo esto que cuentas miarma...
Las personas nos definimos con nuestros actos, y Julio comportándose así demostró que es un señor.
¡¡Ole los sones trianeros!!
Muy buenas.
En ocasiones se ha tachado a esta banda por sus composicones atrevidas , por su falta de humildad ...etc. Esto que cuentas , solo viene a confirmar que es una de las mas disciplinadas que hay en nuestra Semana Santa , sino vease el repertorio de Amargura o Montserrat.
Un saludo , preciosa entrada. Bibi
Bienvenido Edward a esta tu casa, gracias por tu comentario espero que no sea el último.
Igualmente te digo Moe, aunque a ti es más facíl verte por la taberna.
Precisamente a eso me refiero con lo del "apretón" Bibi, en mi desconocimiento pensé que Julio iría de "artista". Gracias a Dios me equivoqué y tanto él como su gente son unos ARTISTAS de categoría.
Un abrazo a los tres y gracias por vuestros comentarios, hasta otra ocasión
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