“Con la venia”.
Como en mi anterior entrada, llevado de mi tranquilidad de ánimo, tuve el desliz de decir el cargo que ocupo en una Hermandad aprovecho, antes que se olvide, para contar una anécdota que me ocurrió con la “gente de Triana”.
Quiero acordarme en esta entrada de dos personas: la primera mi primer visitante en este blog, mi amigo Bibi, Trianero de los buenos. La segunda no hace falta nombrarla, cuando vea el comienzo y el final de la misma, él sabrá quien es.
Al hacerme cargo de mi puesto en la junta de gobierno de mi Hermandad, una de las primeras gestiones que tuve que afrontar fue contratar las bandas de música para nuestros pasos. Era ya mediados de enero, con el jaleo de las votaciones en el Cabildo, la “campaña”, la situación anómala de la que desgraciadamente veníamos en la Hermandad y la consiguiente situación de la junta saliente nadie había caído en hablar con los directores de estas agrupaciones. Ahora tratamos de la Banda del paso del Señor.
Yo no tenía el gusto de conocer a D. Julio Vera, creo que no hace falta decir quien es ni de que Banda es ni de que Hermandad es, y la verdad es que tenía un cierto “apretón” al pensar que este hombre sería un tanto inaccesible, debido a sus muchos compromisos artísticos, y no sabía bien por dónde atacarlo. Lo llamo por teléfono y quedamos en vernos en vuelta de pasados unos días.
En esos días intermedios procuro enterarme bien de dónde estamos económicamente y que necesidades perentorias e inmediatas tenemos en la Hermandad para poderme formar una idea en serio de que disponibilidad teníamos. Aunque no estábamos mal de dinero, eran muchas las cosas por hacer y también, teníamos el handicap que ninguno de los que nos sentábamos en la mesa de gobierno había pertenecido a ella en los últimos diez y seis años, el que menos, total: desconocimiento absoluto de lo que se nos venía en lo alto.
Bueno, pues llega el día “D” y llega Julio a nuestra casa hermandad. Nos presentamos, empezamos a hablar y lo primero que le pregunto es que si están disponible a la fecha que estamos; su respuesta es sí porque, al saber por la situación que estábamos pasando, ellos no han escuchado a nadie y estaban a la espera de lo que decidiéramos la junta entrante. Aquello, como comprenderéis, me tranquilizó pero ahora venía la parte más peliaguda de la conversación según mis pensamientos, pobre de mi. Es cuando pregunto a Julio por el tema económico, su respuesta: eso no será nunca problema. Seguimos hablando y le pregunto por el horario, su respuesta: eso no será nunca problema. Bueno Julio, ¿como va el tema de las marchas que tocáis, elegís vosotros, elegimos nosotros? le pregunto, su respuesta: eso no será nunca problema, tocamos lo que vosotros digáis y dónde vosotros digáis. Así seguimos con otras preguntas a la que siempre seguía la misma respuesta: eso no será nunca problema. ¡Joder! Julio, le digo: entonces no tenemos nada de que hablar y me responde: Sí, queremos que vosotros estéis seguros de querer que hagamos con vosotros vuestra Estación de Penitencia. Os imagináis cual fue nuestra respuesta: SÍ , por supuesto.
Es entonces, pasado lo anterior, cuando se saca del bolsillo un contrato perfectamente relleno con todos los datos de la Banda y de la Hermandad: firmado, rubricado y sellado por el Mayordomo de su Hermandad de N. P. Jesús de las Tres Caídas y N. S. de la Esperanza de Triana y me dice: lo que falta por rellenar, que era el precio y los horarios, poner vosotros lo que queráis y el “día de la salida” me lo devuelves. Sabemos en la situación que estáis y lo que pretendéis hacer para reflotar a esta nuestra querida Hermandad de la .............., contar con nosotros para lo que necesitéis: dice adiós, se despide y se va.
Esta anécdota no está completa pues falta una segunda parte, dónde la “gente de Triana” nos demostraron lo que es querer a Dios y su Bendita Madre y como se reza tocando un tambor y una corneta detrás de un paso.
Como en mi anterior entrada, llevado de mi tranquilidad de ánimo, tuve el desliz de decir el cargo que ocupo en una Hermandad aprovecho, antes que se olvide, para contar una anécdota que me ocurrió con la “gente de Triana”.
Quiero acordarme en esta entrada de dos personas: la primera mi primer visitante en este blog, mi amigo Bibi, Trianero de los buenos. La segunda no hace falta nombrarla, cuando vea el comienzo y el final de la misma, él sabrá quien es.
Al hacerme cargo de mi puesto en la junta de gobierno de mi Hermandad, una de las primeras gestiones que tuve que afrontar fue contratar las bandas de música para nuestros pasos. Era ya mediados de enero, con el jaleo de las votaciones en el Cabildo, la “campaña”, la situación anómala de la que desgraciadamente veníamos en la Hermandad y la consiguiente situación de la junta saliente nadie había caído en hablar con los directores de estas agrupaciones. Ahora tratamos de la Banda del paso del Señor.
Yo no tenía el gusto de conocer a D. Julio Vera, creo que no hace falta decir quien es ni de que Banda es ni de que Hermandad es, y la verdad es que tenía un cierto “apretón” al pensar que este hombre sería un tanto inaccesible, debido a sus muchos compromisos artísticos, y no sabía bien por dónde atacarlo. Lo llamo por teléfono y quedamos en vernos en vuelta de pasados unos días.
En esos días intermedios procuro enterarme bien de dónde estamos económicamente y que necesidades perentorias e inmediatas tenemos en la Hermandad para poderme formar una idea en serio de que disponibilidad teníamos. Aunque no estábamos mal de dinero, eran muchas las cosas por hacer y también, teníamos el handicap que ninguno de los que nos sentábamos en la mesa de gobierno había pertenecido a ella en los últimos diez y seis años, el que menos, total: desconocimiento absoluto de lo que se nos venía en lo alto.
Bueno, pues llega el día “D” y llega Julio a nuestra casa hermandad. Nos presentamos, empezamos a hablar y lo primero que le pregunto es que si están disponible a la fecha que estamos; su respuesta es sí porque, al saber por la situación que estábamos pasando, ellos no han escuchado a nadie y estaban a la espera de lo que decidiéramos la junta entrante. Aquello, como comprenderéis, me tranquilizó pero ahora venía la parte más peliaguda de la conversación según mis pensamientos, pobre de mi. Es cuando pregunto a Julio por el tema económico, su respuesta: eso no será nunca problema. Seguimos hablando y le pregunto por el horario, su respuesta: eso no será nunca problema. Bueno Julio, ¿como va el tema de las marchas que tocáis, elegís vosotros, elegimos nosotros? le pregunto, su respuesta: eso no será nunca problema, tocamos lo que vosotros digáis y dónde vosotros digáis. Así seguimos con otras preguntas a la que siempre seguía la misma respuesta: eso no será nunca problema. ¡Joder! Julio, le digo: entonces no tenemos nada de que hablar y me responde: Sí, queremos que vosotros estéis seguros de querer que hagamos con vosotros vuestra Estación de Penitencia. Os imagináis cual fue nuestra respuesta: SÍ , por supuesto.
Es entonces, pasado lo anterior, cuando se saca del bolsillo un contrato perfectamente relleno con todos los datos de la Banda y de la Hermandad: firmado, rubricado y sellado por el Mayordomo de su Hermandad de N. P. Jesús de las Tres Caídas y N. S. de la Esperanza de Triana y me dice: lo que falta por rellenar, que era el precio y los horarios, poner vosotros lo que queráis y el “día de la salida” me lo devuelves. Sabemos en la situación que estáis y lo que pretendéis hacer para reflotar a esta nuestra querida Hermandad de la .............., contar con nosotros para lo que necesitéis: dice adiós, se despide y se va.
Esta anécdota no está completa pues falta una segunda parte, dónde la “gente de Triana” nos demostraron lo que es querer a Dios y su Bendita Madre y como se reza tocando un tambor y una corneta detrás de un paso.
“Queden Vds. Con Dios”
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