Yo de
niño, como he contado más de una vez, pasé mucho miedo con la eternidad. No me
entraba en la cabeza, sobre todo pensando en el castigo Divino, en el miedo a
Dios. También lo tuve mientras creí en el infierno.
Conforme
me he preocupado de enterarme, lo más y mejor posible dentro de mis muchísimas
limitaciones intelectuales, de lo que Dios quiere de nosotros, le he perdido muchísimo miedo
a la muerte y he entendido que nuestra vida, y muerte, está aquí: en el día a
día, en la verdad, en disfrutar, o sufrir, el Reino de Dios que nos enseñó el
Hijo de María.
Sí, he
dicho sufrir el Reino de Dios. El que nos trató de enseñar Jesús y, aún hoy,
todavía, no lo hemos logrado conocer. Seguimos empeñado en condenar nuestra
vida y la de los demás, principalmente la de los demás. Nos siguen
satisfaciendo más las desgracias del prójimo que nuestras consecuciones.
Seguimos ambicionando poder ser los más ricos de los cementerios y olvidamos
que, como dice Francisco: detrás de nuestro coche fúnebre, no va a ir ningún camión
de mudanza.
Del que
volvemos a celebrar y conmemorar mañana su Resurrección a la vida, creo que nos quiso decir algo
más parecido a lo que sigue, que a lo que nos siguen contando que dijo.
Fragmento
del poema “El Dios de Spinoza”:
Deja de
pedirme perdón, no hay nada que perdonar.
Si yo te
hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos,
de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío.
¿Cómo
puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti?
¿Cómo
puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice?
¿Crees
que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal,
por el resto de la eternidad?
¿Qué
clase de dios puede hacer eso?
Que el
Hombre nos ayude a cambiar. Que nos ayude a entender que la verdad está en el
respeto y el amor al prójimo. Que nos ayude a amar a nuestro prójimo como Él
nos ama y lograremos disfrutar del Reino de Dios.
Recordemos:
Mañana puede ser un gran día, preocupémonos de seguirle, pero no solo en la
Cruz, sino en la Vida que tan generosamente se nos ha dado.
Ea, hasta otra.
1 comentario:
Qué alegría leerte, siempre reconforta
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