Hace un año, más o menos por estas fechas, llego a casa un personajillo que entró sin mucha fuerza en la familia. Su llegada a mi casa fue un tanto fría y, si digo la verdad, no muy agradable. Waki de Pinecán que tiene apellido y todo, y que debe ser noble por el “de”, es una perrita yorkshire terrier.
Mis contactos con los perros que he tenido desde que me casé, de soltero nunca me dejó mi madre tenerlos, ha sido siempre más gratificante que molesto, destacando sobre todos mi perro Quillo; que fue un cocker que me acompaño unos ocho años y me hizo pasar ratos tremendamente agradables.
Unos diez meses antes de llegar Waki, llego una hermana suya de una camada anterior a la que mi hija Rosa le puso de nombre en recuerdo de mi perro Quilla. Estaba en el destete y por lo tanto fue mucho el cariño que le cogimos todos pues; si hay un perro simpático de cachorro es el yorkshire, mucho más si lo comparamos con la raza que yo tenía en aquellos días que era una perra fox terrier de pelo duro llamada Beti y que era ya muy mayor, rondando los quince años. Tuve la mala suerte de una tarde de verano al llegar a casa y pensar que estaba solo, me puse a sacar un bocadillo o algo de comer en la cocina y cuando me volví resulto que Quilla estaba detrás de mí como se solía poner, extendida a todo lo largo en el suelo, y la pisé.
No pudimos hacer nada por ella pues; después de visitar las consultas de Veterinaria que conozco cercanas al barrio y estar todas cerradas, cuando llegué a la de la calle Fray Alonso ya lo único que se pudo hacer por ella es sacrificarla para que al menos no sufriera más.
Rosa, mi hija, lo llevo muy mal y aunque nunca dijo nada se le notaba una tristeza grande en su ánimo, más aún por ser una persona que siempre está riendo y de bromas y cachondeo. Sin decirme nada a los tres o cuatro meses se presentó una tarde en casa con Waki.
Ya os digo que mi reacción no fue de las mejores que he tenido cuando llego, pero al final no he tenido más remedio que rendirme a la evidencia. En todo el proceso que he seguido en estos últimos meses Waki me ha ayudado como muchas personas que nunca han tenido perro podrán nunca entender. Es una perra simpática, amable y que no da ningún ruido siempre que hagas lo que ella quiera con sus juguetes, es por lo único que ladra: si te trae alguna de las pelotas que tiene o uno de los peluches no dudes que se la tendrás que lanzar lo más lejos que puedas pues; empezará mirándote muy fija, seguirá dándote con la pata y sí aún así no le echas cuenta ya te lanzará un ladrido a la vez que te acerca el juguete a la mano; antes de que repitas la acción quince o veinte veces no te dejará tranquilo.
Conoce los sonidos de las motos y coches que hay en casa desde que entran por San Julián o por la calle San Luís y ya no se quita de la puerta hasta que entre el que llega a casa. Si estamos sentados en la sala y mis hijos están en los dormitorios, cada media hora como mucho va y les da una vuelta y regresa una vez ha visto que están y le dicen algo. Si tocas el cajón dónde están guardados su collar y correa date por “jodido” y ya sabes que por lo menos media hora tendrás que tenerla por la calle so pena de aguantar su llanto un tiempo mucho mayor.
Bueno que os dejo unas fotos de Waki, y aconsejo que si pensáis regalar en estas fechas algún animal, os aseguréis antes de hacerlo y, principalmente, que no los abandonéis por nada del mundo. Hay circulando por la red un chiste muy machista, al que yo voy a convertir en muy feminista, y desagradable pero; que al final si lo piensas es verdad, dice: Si quieres saber quien te quiere más y te es más agradecido mete en el maletero del coche a tu marido y a tu perro y les abres el capó cuando hayan pasado dos horas.
Ahí os dejo miarma, que me voy a meditar sobre el motivo de que me guste tan poco la navidad.
Mis contactos con los perros que he tenido desde que me casé, de soltero nunca me dejó mi madre tenerlos, ha sido siempre más gratificante que molesto, destacando sobre todos mi perro Quillo; que fue un cocker que me acompaño unos ocho años y me hizo pasar ratos tremendamente agradables.
Unos diez meses antes de llegar Waki, llego una hermana suya de una camada anterior a la que mi hija Rosa le puso de nombre en recuerdo de mi perro Quilla. Estaba en el destete y por lo tanto fue mucho el cariño que le cogimos todos pues; si hay un perro simpático de cachorro es el yorkshire, mucho más si lo comparamos con la raza que yo tenía en aquellos días que era una perra fox terrier de pelo duro llamada Beti y que era ya muy mayor, rondando los quince años. Tuve la mala suerte de una tarde de verano al llegar a casa y pensar que estaba solo, me puse a sacar un bocadillo o algo de comer en la cocina y cuando me volví resulto que Quilla estaba detrás de mí como se solía poner, extendida a todo lo largo en el suelo, y la pisé.
No pudimos hacer nada por ella pues; después de visitar las consultas de Veterinaria que conozco cercanas al barrio y estar todas cerradas, cuando llegué a la de la calle Fray Alonso ya lo único que se pudo hacer por ella es sacrificarla para que al menos no sufriera más.
Rosa, mi hija, lo llevo muy mal y aunque nunca dijo nada se le notaba una tristeza grande en su ánimo, más aún por ser una persona que siempre está riendo y de bromas y cachondeo. Sin decirme nada a los tres o cuatro meses se presentó una tarde en casa con Waki.
Ya os digo que mi reacción no fue de las mejores que he tenido cuando llego, pero al final no he tenido más remedio que rendirme a la evidencia. En todo el proceso que he seguido en estos últimos meses Waki me ha ayudado como muchas personas que nunca han tenido perro podrán nunca entender. Es una perra simpática, amable y que no da ningún ruido siempre que hagas lo que ella quiera con sus juguetes, es por lo único que ladra: si te trae alguna de las pelotas que tiene o uno de los peluches no dudes que se la tendrás que lanzar lo más lejos que puedas pues; empezará mirándote muy fija, seguirá dándote con la pata y sí aún así no le echas cuenta ya te lanzará un ladrido a la vez que te acerca el juguete a la mano; antes de que repitas la acción quince o veinte veces no te dejará tranquilo.
Conoce los sonidos de las motos y coches que hay en casa desde que entran por San Julián o por la calle San Luís y ya no se quita de la puerta hasta que entre el que llega a casa. Si estamos sentados en la sala y mis hijos están en los dormitorios, cada media hora como mucho va y les da una vuelta y regresa una vez ha visto que están y le dicen algo. Si tocas el cajón dónde están guardados su collar y correa date por “jodido” y ya sabes que por lo menos media hora tendrás que tenerla por la calle so pena de aguantar su llanto un tiempo mucho mayor.
Bueno que os dejo unas fotos de Waki, y aconsejo que si pensáis regalar en estas fechas algún animal, os aseguréis antes de hacerlo y, principalmente, que no los abandonéis por nada del mundo. Hay circulando por la red un chiste muy machista, al que yo voy a convertir en muy feminista, y desagradable pero; que al final si lo piensas es verdad, dice: Si quieres saber quien te quiere más y te es más agradecido mete en el maletero del coche a tu marido y a tu perro y les abres el capó cuando hayan pasado dos horas.
Ahí os dejo miarma, que me voy a meditar sobre el motivo de que me guste tan poco la navidad.
5 comentarios:
Pues es lindísimo Waki, me ha encantado.
Un fuerte abrazo.
Menos esperé yo... Tenía una hembrita de caniche blanco, Tara, y me la envenenaron. A pesar de la tristeza que teníamos y de lo mal que lo pasaba mi hermana, nos liamos la manta a la cabeza y esa misma tarde entraba por la puerta un cocker negro, Dandy. De eso hace 14 años, afortunadamente hasta hoy, aunque el pobre está ya algo achacoso.
Desgraciadamente la indepencia nos hizo separarnos, pero bueno, aquí estoy con Nerón, otro cocker que traía mi novia incorporado.
Ya te digo, lo mio con los perros, para un culebrón, y de los largos.
Saludos y a todo esto, preciosa la perrita.
bonita entrada, pero bonita, bonita, de verdad
Me encanta la perrita, si la viera el mio se volvería loco pues su mejor amiga perruna es una yorkshire llamada luna.
Antes de Zeus tuve un Collie de color negro llamado Horus, pero un día se puso muy malito y no hubo nada que hacer tan solo sacrificarlo para que no sufriera.
Por el momento yo ya no quería más perros pero mis padres se presentaron con un cachorro de Golden Retriever blanco que es el que tengo ahora. Es mi sombra, allá donde voy va el detras y si tardo más de la cuenta, por poner un ejemplo, en la ducha, empieza a dar con la pata en la puerta hasta que consigue abrirla.
Es super cariñoso, sobre todo con los niños pero eso si, nunca se te ocurra ponerme una mano encima. Besitosssssss
Preciosa la perrita y la historia.
Yo este año pasaré las Navidades con mi chiquito huroncete Mofly, que lleva unos meses en casa y ya ha conquistado mi corazón.
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