Las únicas razones comunes de nuestras Hermandades deben ser: rendir y promover el amor a Dios y a su Divina Madre y participar y ayudar a la Iglesia Católica a conseguirlo. Todo lo demás no tiene por qué ser común y me explico a continuación.
De nunca la razón de ser de nuestras Cofradías ha sido la unidad de criterios y formas a no ser que sean Archicofradía. Nada tienen que ver ni en funcionamiento ni en estética el Silencio con la Macarena y para nada influyen las grandes diferencias que hay entre ellas para que consigan, principalmente, el fin marcado en el primer párrafo y después todos los demás que marcan sus Reglas.
Pues bien, hecha esta introducción que demuestra que se puede ser diferente en todo menos en los fundamentos básicos nunca he entendido el que haya habido Hermandades que han tenido complejo en llamar a las cosas por su nombre. Allá por los principios de los pasados años setenta, del pasado siglo, cuando comienza el movimiento de costaleros en nuestras Hermandades se les coloca a las cuadrillas la coletilla de “hermanos”. Efectivamente había muchos hermanos entre los que empezamos pero no los éramos todos. Ya en entradas anteriores he descrito como los que empezamos en una de mis Hermandades cooperamos después, muchos de nosotros, en las formaciones de otras cuadrillas, en este caso ya expliqué: Hiniesta, Carretería, Lanzada, San Isidoro, Santa Genoveva, etc., no todos éramos hermanos en todas.
Hubo juntas de gobierno; no, mejor dicho, hubo costaleros que pensamos que lo mejor sería que todos los componentes de la cuadrilla de nuestra Hermandad fuésemos hermanos y nos dedicamos a trabajar en ello. Ya expliqué el incidente del año 1978 por la falta de respeto a una medalla que nada significaba para el que la llevaba. Así lo hicimos, y no creáis que fue fácil, en la cuadrilla que ayudé a crear y llegué a dirigir. Desde el año 1978 hasta este 2009, es condición indispensable ser hermano y portar papeleta de sitio para formar parte de esta Cofradía. No sería sincero si ocultara que algún capataz ha habido que ha engañado a la junta de gobierno, o no, la verdad no la sé, e igualado a algún costalero sin serlo en un periodo reciente; afortunadamente ese capataz ya no lo es y se ha subsanado el equivoco. Otras Hermandades, o cuadrillas, no trabajaron en ese sentido y se limitaron a usar la coletilla de “hermanos” sin pensar en lo que implicaba su uso y haciendo alarde de una falta de responsabilidad y objetividad grande, en base a falsos complejos de igualdad, de no querer decir cuales eran las verdaderas situaciones de sus cuadrillas de costaleros.
El motivo de esta reflexión anterior ha desembocado en la situación que desgraciadamente se están conociendo en varias Hermandades con el asunto de los costaleros. No entiendo el por qué ahora hay que cambiar del blanco al negro en un solo año, y no quiero decir con esto que esté yo respaldando las reivindicaciones de los “sacapasos” como se ha venido en llamar a los que siempre se ha llamado costaleros. Si por ahí he dejado escrito “benditos capiroteros” refiriéndome a mis hermanos que no viven al cien por cien su Hermandad pero ayudan a mantenerla y sustentarla pagando su cuota y sacando su papeleta, ahora digo “benditos sacapasos” pues ellos han contribuido con su trabajo desinteresado, en la mayoría de los casos, a que disfrutáramos de Hermandades que, si no hubiese sido por su contribución, no habrían procesionado.
¿Por qué estas Hermandades que tienen problemas, o las que se lo ven venir, no empiezan por ser sinceras y sus juntas de gobierno empiezan a ponerle nombre a los problemas?. Las que no tengan cuadrillas propias que las paguen, nada hay de denigrante en ello y siempre había sido así hasta los mentados años setentas pasados. Las que las tengan que las cuiden y den oportunidades a sus hermanos para que puedan dirigirlas y trabajar en el sentido que se marquen pero no imponiéndoles capataces semi o profesionales como en el caso de muchas. Y sobre todo, que pesado me pongo, sean sinceras si pagan o no los servicios de capataces y auxiliares y si así es que se diga y se acabará el problema, como, “divinamente”, hace y dice Santa Marta.
En una cofradía se paga a muchas personas y no pasa nada: encendedores, servidores de pasos, carpinteros, etc....... ¿por qué no entonces a las cuadrillas?, ¿es menos solemne o conmovedor ver procesionar a Santa Marta que al Gran Poder?, pues en ambos dos casos con el mismo capataz en las dos vertientes de ser hermano en una y profesional en la otra y yo, sinceramente, no encuentro la diferencia.
Vamo a pararno aquí, ¡miarma!, ahí queó.
De nunca la razón de ser de nuestras Cofradías ha sido la unidad de criterios y formas a no ser que sean Archicofradía. Nada tienen que ver ni en funcionamiento ni en estética el Silencio con la Macarena y para nada influyen las grandes diferencias que hay entre ellas para que consigan, principalmente, el fin marcado en el primer párrafo y después todos los demás que marcan sus Reglas.
Pues bien, hecha esta introducción que demuestra que se puede ser diferente en todo menos en los fundamentos básicos nunca he entendido el que haya habido Hermandades que han tenido complejo en llamar a las cosas por su nombre. Allá por los principios de los pasados años setenta, del pasado siglo, cuando comienza el movimiento de costaleros en nuestras Hermandades se les coloca a las cuadrillas la coletilla de “hermanos”. Efectivamente había muchos hermanos entre los que empezamos pero no los éramos todos. Ya en entradas anteriores he descrito como los que empezamos en una de mis Hermandades cooperamos después, muchos de nosotros, en las formaciones de otras cuadrillas, en este caso ya expliqué: Hiniesta, Carretería, Lanzada, San Isidoro, Santa Genoveva, etc., no todos éramos hermanos en todas.
Hubo juntas de gobierno; no, mejor dicho, hubo costaleros que pensamos que lo mejor sería que todos los componentes de la cuadrilla de nuestra Hermandad fuésemos hermanos y nos dedicamos a trabajar en ello. Ya expliqué el incidente del año 1978 por la falta de respeto a una medalla que nada significaba para el que la llevaba. Así lo hicimos, y no creáis que fue fácil, en la cuadrilla que ayudé a crear y llegué a dirigir. Desde el año 1978 hasta este 2009, es condición indispensable ser hermano y portar papeleta de sitio para formar parte de esta Cofradía. No sería sincero si ocultara que algún capataz ha habido que ha engañado a la junta de gobierno, o no, la verdad no la sé, e igualado a algún costalero sin serlo en un periodo reciente; afortunadamente ese capataz ya no lo es y se ha subsanado el equivoco. Otras Hermandades, o cuadrillas, no trabajaron en ese sentido y se limitaron a usar la coletilla de “hermanos” sin pensar en lo que implicaba su uso y haciendo alarde de una falta de responsabilidad y objetividad grande, en base a falsos complejos de igualdad, de no querer decir cuales eran las verdaderas situaciones de sus cuadrillas de costaleros.
El motivo de esta reflexión anterior ha desembocado en la situación que desgraciadamente se están conociendo en varias Hermandades con el asunto de los costaleros. No entiendo el por qué ahora hay que cambiar del blanco al negro en un solo año, y no quiero decir con esto que esté yo respaldando las reivindicaciones de los “sacapasos” como se ha venido en llamar a los que siempre se ha llamado costaleros. Si por ahí he dejado escrito “benditos capiroteros” refiriéndome a mis hermanos que no viven al cien por cien su Hermandad pero ayudan a mantenerla y sustentarla pagando su cuota y sacando su papeleta, ahora digo “benditos sacapasos” pues ellos han contribuido con su trabajo desinteresado, en la mayoría de los casos, a que disfrutáramos de Hermandades que, si no hubiese sido por su contribución, no habrían procesionado.
¿Por qué estas Hermandades que tienen problemas, o las que se lo ven venir, no empiezan por ser sinceras y sus juntas de gobierno empiezan a ponerle nombre a los problemas?. Las que no tengan cuadrillas propias que las paguen, nada hay de denigrante en ello y siempre había sido así hasta los mentados años setentas pasados. Las que las tengan que las cuiden y den oportunidades a sus hermanos para que puedan dirigirlas y trabajar en el sentido que se marquen pero no imponiéndoles capataces semi o profesionales como en el caso de muchas. Y sobre todo, que pesado me pongo, sean sinceras si pagan o no los servicios de capataces y auxiliares y si así es que se diga y se acabará el problema, como, “divinamente”, hace y dice Santa Marta.
En una cofradía se paga a muchas personas y no pasa nada: encendedores, servidores de pasos, carpinteros, etc....... ¿por qué no entonces a las cuadrillas?, ¿es menos solemne o conmovedor ver procesionar a Santa Marta que al Gran Poder?, pues en ambos dos casos con el mismo capataz en las dos vertientes de ser hermano en una y profesional en la otra y yo, sinceramente, no encuentro la diferencia.
Vamo a pararno aquí, ¡miarma!, ahí queó.
2 comentarios:
Realmente estoy de acuerdo contigo. Nunca he visto lógico que los costaleros se hagan, semanas antes, hermanos de una hermandad tan sólo para poder sacar los pasos y decir que todos los días saca una hermandad. Sin embargo esto no ocurre con los que quieren salir de nazarenos pues sabemos que han de hacerse hermanos antes del último cabildo que celebre la hermandad o si no, después de esa fecha, por muy hermanos que sean no saldrán de nazarenos ese año. ¿Tienen por ello menos derechos, como hermanos, que los costaleros? Los que irán con su cirio no los verás darse de golpecitos en el pecho, no los verás los primeros de la fila ni los verás exigir nada, sino que tienen asumido que quizás el primer año no salga (aunque hay de todo en la viña del Señor. En fin, esto es lo que toca a quienes no somos costaleritos. ¿La culpa? de algunos miembros de las Juntas de Gobierno. Yo pagaría antes a profesionales a inscribir como hermano a un costalero tres días antes de que salga la hermandad o al menos los tendría un par de años como hermanos antes de que pudieran sacar los pasos.
Llevas mucha razon en tus palabras Sevilla es Triana
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