Decían los Romeros de la Puebla: “ te pierdes tanto te pierdes, por ir tan alto y tan lejos”, y esa frase la podemos aplicar a muchos integrantes de nuestras Hermandades. Me refiero en particular a los que se sienten privilegiados y pueden llamar a un conocido, familiar, u oficial de junta para que le saque la papeleta de sitio.
Estamos repartiendo las papeletas de sitio y por lo tanto viviendo las muchas gratas experiencias, también alguna ingrata, que nos proporcionamos los cofrades y que nos gustan para rememorar antiguos recuerdos. Siempre las mismas cosas pero, también, siempre agradables.
Oa cuento que mi primera Hermandad, la de la niñez, fue San Bernardo; entiendo que por la amistad que tenía mi padre con D. Antonio Filpo, pues nunca he conocido otro motivo para que así fuera. Recuerdo el itinerario, por estas fechas de marzo, de la mano de mi padre subiendo el puente y enfilando la calle ancha de San Bernardo hasta la casa hermandad. Maravillosa casa, con gran cantidad de macetas en su patio y no mucha gente esperando su turno. Una vez llegado éste último, pasábamos al salón situado al fondo del patio a la derecha y allí, sentados, nos recibían los oficiales que, una vez hechos los saludos de rigor, realizaban a mano la papeleta de sitio. Recogida ésta, venía lo que para mi era el momento más feliz de la cuaresma; recoger la talega negra marcada con el número 438, número que Dios quiera no olvide nunca. Aquella túnica propiedad de la Hermandad y que me cedían para realizar la Estación de Penitencia debía ser bastante adaptable, o por el contrario mi madre tenía muy buenas mañas, pues la usé por varios años, y siempre dio al avío sin tener que cambiarla, y fueron al menos cinco. Tengo fotos hechas con esa túnica y siempre que la veo no puedo evitar que se me escape alguna lagrima en pago del recuerdo bien somatizado de la niñez.
Hoy, aunque en otra Hermandad, yo soy de los que reciben sentados y, aunque no a mano, realizo muchas de las papeletas que guardarán con cariño mis hermanos y de la que estoy orgulloso que contenga mi firma. Es agradable ver la cara de satisfacción del que la recibe, sea de la edad que sea, verdad Antonio Fernández que sigues con la misma ilusión aunque esta año ya has recibido el emblema de los cincuenta años en la Hermandad; También se ven caras serias y lagrimas saltadas cuando no se puede pedir la papeleta del familiar que este año ya no está con nosotros por haberlo llamado a su presencia Nuestros Sagrados Titulares, verdad Antelo; y la señora que después de sacar las papeletas de sitio de sus hijos y nietos deja un donativo para las flores del paso diciendo: “pero, por favor, ponlo a nombre de mi marido que ya no está, y así aparecerá en la nómina de la Cofradía”, verdad señora de Cuaresma.
Aconsejo, a los que envían a algún conocido o familiar a sacar su papeleta de sitio, y más aún al que llama al oficial de junta, que cree puede comprometer para que se la proporcione sin mezclarse con nadie y "sin perder tiempo", que pruebe a acercarse por su casa hermandad, que se imbuya y embadurne en el ambiente, que proteste de lo que están tardando este año, que diga su teoría de cómo hay que hacer el reparto, en definitiva: que viva su Hermandad. Que sienta el placer de llevar a su hijo de la mano y le mire los ojos de satisfacción cuando recibe su varita o el paquetito de fotos de su Señor, o su Virgen, para repartirlo cuando vista su túnica en la tarde del día grande.
No desechemos nuestras tradiciones, vivamos los legados que nos dejaron nuestros mayores y transmitámoslo a nuestro jóvenes y pequeños. Acerquémonos, bajemos de los pedestales en que nos encontramos encaramados y vivamos en plenitud la dulce espera de nuestra Semana Santa.
Ahí queó, miarma.
Estamos repartiendo las papeletas de sitio y por lo tanto viviendo las muchas gratas experiencias, también alguna ingrata, que nos proporcionamos los cofrades y que nos gustan para rememorar antiguos recuerdos. Siempre las mismas cosas pero, también, siempre agradables.
Oa cuento que mi primera Hermandad, la de la niñez, fue San Bernardo; entiendo que por la amistad que tenía mi padre con D. Antonio Filpo, pues nunca he conocido otro motivo para que así fuera. Recuerdo el itinerario, por estas fechas de marzo, de la mano de mi padre subiendo el puente y enfilando la calle ancha de San Bernardo hasta la casa hermandad. Maravillosa casa, con gran cantidad de macetas en su patio y no mucha gente esperando su turno. Una vez llegado éste último, pasábamos al salón situado al fondo del patio a la derecha y allí, sentados, nos recibían los oficiales que, una vez hechos los saludos de rigor, realizaban a mano la papeleta de sitio. Recogida ésta, venía lo que para mi era el momento más feliz de la cuaresma; recoger la talega negra marcada con el número 438, número que Dios quiera no olvide nunca. Aquella túnica propiedad de la Hermandad y que me cedían para realizar la Estación de Penitencia debía ser bastante adaptable, o por el contrario mi madre tenía muy buenas mañas, pues la usé por varios años, y siempre dio al avío sin tener que cambiarla, y fueron al menos cinco. Tengo fotos hechas con esa túnica y siempre que la veo no puedo evitar que se me escape alguna lagrima en pago del recuerdo bien somatizado de la niñez.
Hoy, aunque en otra Hermandad, yo soy de los que reciben sentados y, aunque no a mano, realizo muchas de las papeletas que guardarán con cariño mis hermanos y de la que estoy orgulloso que contenga mi firma. Es agradable ver la cara de satisfacción del que la recibe, sea de la edad que sea, verdad Antonio Fernández que sigues con la misma ilusión aunque esta año ya has recibido el emblema de los cincuenta años en la Hermandad; También se ven caras serias y lagrimas saltadas cuando no se puede pedir la papeleta del familiar que este año ya no está con nosotros por haberlo llamado a su presencia Nuestros Sagrados Titulares, verdad Antelo; y la señora que después de sacar las papeletas de sitio de sus hijos y nietos deja un donativo para las flores del paso diciendo: “pero, por favor, ponlo a nombre de mi marido que ya no está, y así aparecerá en la nómina de la Cofradía”, verdad señora de Cuaresma.
Aconsejo, a los que envían a algún conocido o familiar a sacar su papeleta de sitio, y más aún al que llama al oficial de junta, que cree puede comprometer para que se la proporcione sin mezclarse con nadie y "sin perder tiempo", que pruebe a acercarse por su casa hermandad, que se imbuya y embadurne en el ambiente, que proteste de lo que están tardando este año, que diga su teoría de cómo hay que hacer el reparto, en definitiva: que viva su Hermandad. Que sienta el placer de llevar a su hijo de la mano y le mire los ojos de satisfacción cuando recibe su varita o el paquetito de fotos de su Señor, o su Virgen, para repartirlo cuando vista su túnica en la tarde del día grande.
No desechemos nuestras tradiciones, vivamos los legados que nos dejaron nuestros mayores y transmitámoslo a nuestro jóvenes y pequeños. Acerquémonos, bajemos de los pedestales en que nos encontramos encaramados y vivamos en plenitud la dulce espera de nuestra Semana Santa.
Ahí queó, miarma.
1 comentario:
Di que si miarma, el acudir por la papeleta es uno de los placeces de la cuaresma que muchos no saben apreciar...
Además, siempre terminas rebañando la servesita de algún conocio que ande por allí con el que terminas hablando de mil anécdotas cofrades.
Un saludasso.
Publicar un comentario