Menos mal que, a los que tenemos fe, al final siempre nuestro Señor sabe mostrarnos la luz y preguntarnos: ¿entonces para que estoy Yo aquí?. Ayer fue un día de esos en los que piensas que si te quedas en la cama, no has perdido nada. No empezó mal pues desayuné, con mi hijo pequeño aunque un tío ya, unos calentitos en el bar la Hacienda de la calle San Hermenegildo, estupendos creerme y si podéis comprobarlo.
Desde allí nos encaminamos a la casa hermandad para ver como iba la cosa por allí pues, al haber estado de viaje de trabajo, no sabía como se habían desarrollado ciertas gestiones que estaban pendientes de hacer. Al entrar en la casa la primera decepción al ver aún allí los boletines sin enviar y enterarme que, además, había problemas con los sobres y se retrasaba el envío hasta el lunes. Que lastima de medios desperdiciados de la Hermandad por los que nos ofrecimos voluntario para formar una junta de gobierno. Digo desperdiciados porque no servirán para anunciar los cultos, que están próximos a celebrarse, a los hermanos, y también por la pésima redacción y configuración del mismo.
También pude comprobar como el “ejemplar comportamiento” de otros hermanos, siguen impidiendo poder cerrar la liquidación de lotería de navidad por no haber hecho efectivo el pago de la misma a los treinta y cinco días de haberse realizado el sorteo. No penséis que son los más desfavorecidos los que tienen problemas para pagar: no, son los de siempre “las vacas sagradas”, podríamos decir, y no creáis que no les hemos avisado, se les telefonéa todas las semanas.
Debido a una gestión complicada que se estaba haciendo y en las que existen distintos puntos de vista de distintos oficiales, ha habido un enfrentamiento personal entre algunos de ellos, con el consiguiente sofocón y disgusto para todos.
Y un poco más tarde, lo peor de todo: un intimo amigo me comenta que el resultado de unas pruebas médicas que le han estado realizando han dado como resultado la seguridad de una anomalía grave y que hay que afrontarla directamente a través de intervención quirúrgica.
Como comprenderéis no me quedan muchas ganas de hacer nada, por lo tanto decido tomarme un tinto con mi hijo y el grupo de amigos que hacemos tertulia los sábados al mediodía y marcharme para casa con la intención de almorzar y acostarme para quitarme un rato de en medio.
Lo dicho, almuerzo pero no llego a acostarme; pues en la dos de TVE, hay un programa que me refuerza en mi teoría de que la emigración española, al centro de Europa y al norte de nuestra misma península, fue tanto o más dura que la que ahora contemplamos de los pobres inmigrantes de los que tanto protestamos y tan mal tratamos. Tengo amigos y conocidos que creyéndose “reyes del mambo”, aunque de raíces pobres, por el bienestar que hemos gozado en los últimos años ya han perdido la memoria y ahora se hacen propósitos de vida de potentados, encaminados a padecer la mayor decepción y el peor de los fracasos de sus vidas. Los mismos que afirman que los españoles no fueron emigrantes como los actuales que nosotros recibimos, que aquellos nadaban en la abundancia y que todos hicieron trabajos de los más nobles y privilegiados y que viajaban con permisos de trabajo y con felicidad aun a costa de dejar atrás a su familia. ILUSOS. Lástima que estos programas no se pongan en horario de máxima audiencia con el fin de enseñarnos en la realidad de la vida que padecieron muchos.
Después de ver el programa y ya pensando tranquilo empiezo a ver la Luz, gracias Dios mio. Recuerdo que, mi amigo, en su conversación ya me ha mostrado que ha dado su primer paso para solucionar su enfermedad. Recuerdo que la ha llamado: CANCER, y ese es el mejor principio para luchar contra ella. Esa es la mejor terapia contra esa enfermedad, la aceptación de tenerla y la disposición positiva a luchar contra la misma. Como comprenderéis es un hombre de fe como yo. Aunque nuestra fe no es mojigata. Nuestra fe es la de aplicación en la vida que llevamos y tratamos de mostrar en el día a día que realizamos.
También lo anterior me ha llevado a pensar, sin justificar la dejadez que hemos cometido y la lapidación de medios que hemos realizado con nuestra mala gestión, la poca importancia que tiene lo demás anteriormente comentado.
Al final, en los cultos, estarán los de siempre aunque el boletín nos hubiese llegado a tiempo a todos. En los primeros días los cabales y en el día grande de la función los figurones. Los que vendremos buscando el sitio destacado para que todos nos vean. Los que no cumplimos con la obligación de oficial pero damos codazos para colocarnos en el primer banco de junta de gobierno. Los que no ayudamos en nada y ahora nos erigimos en protagonistas. En definitiva, la gente que abundamos en las Hermandades. Falsos, fariseos, sepulcros blanqueados como nos llamaría el mismo Jesús si no tuviese la caridad que tiene con nosotros.
Alabado sea Dios, que nos permite gozar de la grandeza de su reino.
Ahí queó, ¡miarma!
Procuraré en la siguiente ser más agradable.
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