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18 mar 2012

UN EXTRAÑO AMIGO

El viernes, sobre las diez de la noche, recibí una llamada de Lola García de la Hermandad de la Candelaria. Lola, es una persona que tiene siempre la atención de contar conmigo para las cosas de la Hermandad, me conoce bien y sabe de mi interés por lo que allí ocurre; no en lo concerniente a la vida de la Hermandad en sí, sino a la de los hermanos  y allegados a la misma, aún desde el retiro que me autoimpuse al recomendarme el Hermano Mayor que dejara el puesto que ocupaba de Mayordomo en la anterior Junta de Gobierno, pues no tenía claro él cómo le estaba haciendo más daño a la Hermandad si quedándome o marchándome.
Era evidente, por la hora, que la noticia que me disponía a recibir no sería buena, pero tampoco esperaba que supusiera el mazazo que recibí: Nos ha dejado Joaquín de los Reyes, más o menos, fueron sus palabras y desde ese momento todavía no he conseguido que Joaquín abandone mi pensamiento. Hay muertes que se esperan en razón de edad, enfermedad o circunstancias de las personas, hay otras que no y por lo tanto suponen mayor desgracia, si cabe, en la muerte.
Joaquín no pertenecía a mis allegados y mentiría ahora si  lo calificara, en su pérdida, de amigo. La mentira no es nunca buena compañera de viaje, menos en estas letras de recuerdo que quiero dedicarle a un hermano que se ha ido demasiado pronto, pues nunca, cincuenta y dos años, aún desde la fe de un cristiano, puede considerarse normal que el Padre llame a uno de sus hijos por muy amado y querido que sea por Él. También mentiría si me callara el buen concepto que siempre tuve de Joaquín, por lo tanto igual sería conveniente encuadrarlo como el deseado extraño amigo del que no gocé.
Sí, para mí extraño es un término que le cuadraba bien a Joaquín. El DRAE tiene, en las definiciónes de la palabra “extraño”, dos entradas que encajarían perfectamente a este buen candelario: la segunda que dice textualmente: Raro y singular. A singular a Joaquín le hubiera podido ganar poca gente, tenía la imagen de lo que creo era realmente: un niño grande. La cabeza perfectamente amueblada, educado, inteligente, buen conversador, discreto, cariñoso y un buen montón de calificativos  que enlazarían perfectamente con su singularidad. Raro también le cuadraba, pues la impresión que daba era la de quererse poco a sí mismo; teniendo todas las cualidades que Dios le donó y una vida rodeada de familia y amigos que le querían y así se lo demostraban en el día a día. La otra entrada, la cuarta, también le cuadraba aunque en esta sólo lo puedo afirmar por lo que a mí personalmente respecta, dice textualmente: Que es ajeno a la naturaleza o condición de otra de la cual forma parte, os explico aparte.
Cuando ocurrió lo que cuento en el primer párrafo de esta entrada, fueron pocos, muy pocos los que se acordaron de mí: Ni mis más íntimos amigos, ni mis compañeros de Junta de Gobierno, ni Director Espiritual ni nadie de la Hermandad, en una palabra, de los que hasta la noche anterior formaban parte de mi vida diaria. Joaquín Cazorla, Lola García y Manolo González su marido, José Antonio García (Chiqui), Miguel Fernández, Salvador Reina, Juanjo Bustelo y Esteban Rico (Canijo), fueron la excepción junto con la del excepcional  y singular Joaquín de los Reyes Cabeza. Aseguro que nadie más que éstos anteriores. Os lo aseguro, nadie más de un colectivo de muchos más de cien personas que viven el día a día de la Hermandad.
Lo pasé mal, tan mal que costó superar aquello dos años de fármacos, psiquiatra, psicóloga y principalmente la ayuda de mi mujer y mis tres hijos. Por lo escrito en este blog, que nació en aquella época, muchos lo conocéis aunque seguro que superficialmente. En ese mal momento de enfermedad se agradece y ayuda mucho una llamada de teléfono de quien se acuerda de ti y quiere ayudarte por eso estaré eternamente agradecido a los mencionados anteriormente.
La llamada de Joaquín se produjo de la siguiente forma: Una tarde estaba trabajando y me sonó el teléfono. Al otro lado, una voz que no me sonaba extraña pero que no reconocía:
Fali, soy Joaquín.
El Fali me indicaba que no era nadie de trabajo, pero seguía sin saber pues la del otro Joaquín mencionado, Cazorla, si me es muy conocida su voz por frecuente. No había ningún otro Joaquín más del que pudiera esperar una llamada.
¿Qué Joaquín? Coño, que no te reconozco. Le pregunté
Soy Joaquín de los Reyes, que te llamo para decirte que quiero que te vengas arriba, que sé que el trabajo que has hecho en la Hermandad, te digan lo que te digan, ha sido bueno y lo principal que has logrado es que has dado participación a todo el que  se ha acercado y al que no se ha atrevido a hacerlo lo has buscado para que se acerque y no has parado hasta conseguirlo. Todo eso dicho a bote pronto y sin opción a que yo dijera nada.
No reaccioné.  No podía hablar y las lágrimas se me saltaron pues me había dado en la misma línea de flotación y, como no, debido a lo llorón que soy. Solo pude articular la palabra gracias y  decirle después que jamás me hubiera imaginado que él podría llamarme para darme ánimos y ofrecerme ayuda y apoyo.
Quiero almolzar contigo un día y que hablemos de Hermandad, pero no de política de cofradía, sino de Hermandad  fue su siguiente ofrecimiento. Llámame, tú sabes que yo me muevo poco y ando siempre por los mismos sitios, de modo que en el restaurante que hay aquí en Luís Montoto esquina a Jiménez Aranda, puede ser un buen sitio para vernos.
En eso quedamos y después, en un par de ocasiones que lo llamé, coincidió que él no podía por estar de males y médicos; ya posteriormente no volvimos a hablar del tema no nos volvimos a ver.
Me la debes Joaquín, no te la perdono y como le dijo Miguel Hernández a su amigo del alma Ramón Sijé, adaptándolo a nuestro sentir CANDELARIO yo te digo:
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

A las aladas almas de las rosas
de los “jardines  de Murillo” te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
“hermano” del alma, “ nazareno”.
Que Los que están por encima de nosotros y Únicos que de verdad nos conocen, te hayan acogido en los Jardines de Murillo eternos al que aspiramos los candelarios. Que sepan confortar a toda tu familia en estos tremendos momentos que les ha tocado padecer y que no permitan se borre de la memoria de tantos amigos que te querían, el recuerdo de quien fue en esta vida un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra bueno.
Adiós Joaquín de los Reyes, adiós hermano.

5 comentarios:

manolo dijo...

Emotivo comentario dedicado a un compañero Hermano,Que retrata tu buen corazón, al dedicarle estas lineas.
Saludo, manolo

Juan Carlos Garrido dijo...

Cuando alguien nos abandona, siempre se quedan cosas en el tintero, anotaciones en el debe de la amistad o el cariño.

Saludos.

trianatrinidad dijo...

Impresionante entrada amigo Fali, digna de quien es realmente HERMANO en Cofradía.Emotivo recuerdo y extraordinario el párrafo final.Así querido Miarma, también se hace, día a día, GRANDE la Semana Santa que ya esperamos.Un fuerte abrazo.

PEPE LASALA dijo...

Impresionante amigo Fali, cuando alguien se marcha, siempre hay cosas buenas pendientes de hacer. Te deseo de todo corazón una Semana Santa llena de Fe, recogimiento y Oración. Que el Señor te bendiga en su Resurrección.
Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

Perol y Mortero dijo...

Que hermoso homenaje le dedicas a ese extraño amigo. Sinceramente te digo que me he emocionado.
Ya ves, quien menos te lo imaginas está a tu lado.

Un abrazo