Desde hace bastante tiempo venimos hablando de la Justicia en España, de la mierda que está hecha y lo desprestigiada que se encuentra. En estos últimos días, por la descorazonadora sentencia del caso Marta del Castillo, aún más.
Yo tengo la teoría de que estamos ante una orquestación, desde hace muchos años, perfectamente urdida por los que nos gobiernan. Sí. Ya lo sé, no hace falta que me recordéis que estoy loco; pero dejarme al menos que me explique: La mente de los políticos es maquiavélica, y por lo tanto, no deja de trabajar para distraernos de lo importante y de lo que nos debería preocupar verdadera y realmente: nuestro bolsillo, nuestro bienestar y nuestra vida.
Cuando yo era un chiquillo se utilizó el futbol para entretener al personal. Ya de chaval fueron las revistas “cochinas”: Lib, Interviú, Play Boy y otras por el estilo que traían artículos muy interesantes, pero de las que nada más que mirábamos las fotos de señoras en pelotas. Un poco después, siendo yo ya soldado del Rey, las películas “S” y el cine de arte y ensayo, del que no entendíamos nada pero también salían una “jartá” de señoras despelotadas. Mama chichos y las porno de los sábados por la noche en los videos colectivos, teniendo yo ya dos hijos pequeños, ocuparon nuestra atención hasta la llegada masiva reciente de la telebasura y así, este ligero análisis, lo podríamos llevar, al detalle pormenorizado, hasta llegar a nuestros actuales días.
Desde hace un tiempo hasta ahora mismo, la bolita trilera está en la banalización de la Justicia. Infinidad de casos narrados día a día ante las cámaras de televisión. Testigos que, antes de declarar en los juicios, aparecen en programas de televisión explicando cuál será su declaración a cambio de dinero. Casos abiertos judicialmente, bajo secreto de sumario, en los que las reconstrucciones de los hechos se hacen delante de todo el mundo y ante las cámaras de fotógrafos y televisión. Y lo más actual: un Juez, sentado en el banquillo de los acusados con la toga puesta, al que el Tribunal le dice que se quite la toga para declarar y un Abogado acusador particular que se tiene que quitar la Toga para declarar como testigo; con luz, taquígrafos, fotógrafos, camarógrafos, locutores, periodistas, guardias civiles, policías y hasta algún aburrido que pasaba por allí, pero sin lo principal: la certeza de que sea un Juicio Justo.
Después de lo que se ha vivido con el doloroso caso de Marta del Castillo, del que aprovecho para decir que yo no entiendo nada de nada de la actuación de la familia durante todo el proceso, ni en particular de nadie de los intervinientes, nos espera un caso tan duro y peor llevado aún.
Me refiero al caso de los niños “perdidos” de Córdoba. Más de tres meses de acusación, detención y maltrato, -SÍ HE DICHO MALTRATO-, de un hombre del que nadie puede asegurar que haya hecho algo punitivo o al menos así lo declara su abogado defensor todos los días en televisión, en radio, en prensa o donde quiera que sea que lo dejan hablar. Tampoco el Juez del caso arroja luz sobre el tema haciendo una acusación clara y como no recordar, que este Juez en unas declaraciones a la prensa dijo que había hecho la reconstrucción de los hechos en un parque ante toda la gente para que el sospechoso sintiera la presión popular. Desde luego el señor Juez se cubrió de gloría. “Un poné”, -¿os acordáis cuándo usábamos esta expresión para lanzar una teoría sobre algo?-, pues hagámoslo: Ahora aparecen los niños sanos y salvos –Dios lo quiera- y se demuestra que el padre no ha tenido realmente –como afirma- nada que ver en la desaparición, ¿Quién y cómo se compensa a ese hombre? ¿Qué dirán el Juez y el Fiscal? ¿Qué precio tendrán que pagar los medios de comunicación por la imagen que han dado de esa persona? ¿Qué culpa tendrá que pagar la portavoz de la madre?, para qué seguir. Hagamos otro supuesto: ¿y si es la madre la que ha organizado el tema? ¿Qué hacemos entonces?
De todas formas, este de los niños es un caso que me resulta aterrador. No lo entiendo y además me niego a entenderlo, fijaros: tres meses de desaparición y no hay lágrimas, no hay desgarros, no hay aparente dolor por ellos. Si hay odio, mucho odio y venganza entre dos adultos que deciden separarse y romper su matrimonio y que lo único que les interesa, al menos aparentemente, es dañarse uno al otro y a los que le rodean a costa del precio que sea. En fin, que Dios nos libre y haga pasar de nosotros ese cáliz.
No. Estamos tremendamente equivocados y por este camino vamos mal. La imagen de la Justicia tiene los ojos tapados y nosotros los deberíamos de tener también, pero en nuestra equivocación hemos quitado la venda y flaco favor nos hemos hecho a nosotros mismos y a la sociedad en general.
La Justicia tiene que tener los ojos tapados para que no pueda distinguir la cara de: Urdan_garín, Roca, Camp o similares, de la del chorizo que roba un teléfono para comprar una papelina de heroína; para que no pueda acobardarse ante el hijoputa asesino terrorista y brinde el mismo trato que al hijoputa que mata a cualquier ciudadano; o para que no sepa distinguir entre un banquero y un bancario.
También nosotros tenemos que tener los ojos tapados para no ver la cara de acusados que después puedan resultar inocentes, para evitarnos falsas impresiones dejándonos llevar por los estereotipos de la imagen y para no caer en erróneas sentencias y en falsos juicios de valor.
Que no nos sigan engañando los políticos, ya está bien. Que legislen con ecuanimidad, con sabiduría y con generosidad para el infractor pero con firmeza. Denle herramientas fiables, actuales y justas al cuerpo Jurídico y denle la importancia y seriedad que nunca debieron permitir que perdiera un elemento tan necesario para la convivencia, el bienestar y el desarrollo de los habitantes de este mundo como es la JUSTICIA.
Ea, miarmas, os dejo que me ha cabreado mucho el motivo y la escritura de esta entrada. Para colmo, me encuentro en la tele las imágenes de una abuela que denuncia al yerno por no dejarle ver a sus nietos, dos niños creo que son, y se encuentra la mujer que este señor denunciado ahora es “Mari Pili” y se ha cambiado de sexo. Después el loco soy yo, sí sí…, tararí que te vi.
3 comentarios:
compadre el problema que tiene el que la justicia sea ciega no es mas que el de constumbre,siempre habra listillos que se dediquen a ponerle zancadillas....."ojos que no ven...talegazo que te pegas".
Fali miarma, últimamente estas sembrao, pero la verdad, tanto el caso de Marta del Castillo como el de los dos niños de Córdoba, son tan extraños, están tan rodeados de silencios y de oscuridades, de actitudes extrañas y entramados maquiavelicos, (me refiero al caso de nuestra paisana) que si no fueran porque es la vida real, creería que son los guiones de dos thriller americanos.Un fuerte abrazo.
Sí, anónimo, pero lo que hay que luchar es contra los fulleros que se dedican a ponerle obstaculos.
Está claro Tritri, es lo que quieren que pensemos que estamos inmersos en una película.
Gracias por vuestros comentarios.
P.S. Dejo las dos entradas pues no sé unificar los comentarios que han aparecido por dos sitios distintos.
Perdón por la incomodidad.
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