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20 abr 2011

OTRA VEZ SERÁ, SI DIOS QUIERE.

Ayer fue un día penoso para mí y para todos los hermanos de mi Hermandad de la Candelaria.
No pudo ser. Un año entero de espera será necesario para ver a nuestras Benditas Imágenes procesionar por Sevilla. Un año que se hará eterno para muchos de los que vivimos el día a día de nuestras vidas enlazados en el devenir cotidiano de una asociación de fieles cristianos.
Ayer me volví a sentir frágil e indefenso, a pesar de mi ya prolongada edad, para afrontar con dignidad el recibir el anuncio de la no salida de mi Hermandad. Nunca puedo reprimir las lágrimas y no sé si eso me hace más vulnerable o más humano. Pasan siempre por mi mente en esos momentos infinidad de rostros de mayores, familiares y amigos, muy queridos que ya no están y de los que me siento continuador en una tradición.
No nos pudo robar la climatología adversa el inimaginable placer de abrazar, besar y saludar a muchas personas con las que nos une una devoción y un amor inconmensurable a unas Imágenes y a lo que realmente representan.
En tardes como ayer entiendo la importancia que tiene en mi vida la Hermandad de la Candelaria. Para mí, esa Institución no supone un centro de recreo o de reunión con los amigos, tampoco el sitio místico de mis pasiones o devociones, es algo más. Supone el compendio de una forma de vida el ser portador y transmisor de unas formas y maneras que tan bien plasmó Ildefonso Falcones, en su novela “La Catedral del mar” y en los protagonistas: Josep, Ramón y los otros prohombres de los “bastaixos”.
En las caras desconsoladas de los hermanos de una Hermandad, a los que acaban de anunciar la no salida de su cofradía, era fácil distinguir las diferencias de sentimientos que mueven a unos u otros. Ayer las distinguí muy bien en los ojos de muchos: en los de Priostes que ven como mucho trabajo de su primer año de Oficial se desmerecen en la inclemencia; en la del costalero nuevo que al cumplir los dieciocho años y, tras dos de ensayos, no podrá sentir el dulce dolor en su cuello o en los de la joven pareja que visten con túnica nazarena al fruto de su amor. También vi pasotismo en otros, no son dignos de disgusto, son dignos de lástima de no haber tenido la oportunidad de aprender, desgraciadamente, lo que son los verdaderos sentimientos cofrades.
Que nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de la Candelaria, nos sepan confortar y consolar en esta pena, por no haberlos podido gozar en la tarde noche de este pasado martes santo por las calles de Sevilla.
Ya contamos de nuevo, en esa tediosa cuenta atrás que nos llevará hasta el próximo día 3 de abril del 2012.
¡Que poco nos va quedando!, al menos que no nos abandone el optimismo.

5 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Vaya, Rafael, lo siento de veras. La ilusión sigue viva, y eso es lo que importa.

Un abrazo.

sevillana dijo...

Aunque sigo sin poder ir a ver a las diferentes Hermandades en la calle, (ya sabes, por mi absurda enfermedad, como la llamo yo) pues bien, ayer viendo en la tele a los hermanos que se quedaban sin poder salir, hubo algún que otro momento en que se me saltaron las lágrimas.
Pero pienso, aunque a algunos no les guste, que fue por parte de la Junta de Gobierno de las diferentes Hermandades la decisión más oportuna, porque yo siempre he pensado que una persona bajo una túnica se puede mojar y aguantar pero, hijo, la imágenes de nuestros titulares no merecen mojarse.
Espero que el tiempo cambie aunque ahora corre un airecito..........
Besos

Lola Montalvo dijo...

Lo siento, lo siento mucho. Un abrazo y besos miles

Juan Luis Franco Pelayo dijo...

Bien cierto y emotivo es cuanto dices querido y dilecto amigo. No pude ver a mi Candelaria -con mi hija en el cortejo- y a su Hijo por la Alfalfa y, presumo que mañana Jueves -si Dios no lo remedia- tampoco pisaré la "rampa" del Salvador. Vamos cumpliendo años y tememos que la rueda de la vida se nos pare en cualquier momento. Queda menos de un año para volver a intentarlo y, en ese empeño, con el dulce hatillo de nuestra fe andaremos el camino."El Cielo -y la bocina- pueden esperar". Un fuerte abrazo.

Juan Carlos Garrido dijo...

Al menos queda el consuelo de que le vendrá bien al campo.

Saludos.