Hace algo más de cuatro años que comencé una amistad por internet. Esta amistad no se trataba de las que destrozan matrimonios, ni tampoco de las que suplantan personalidad que tan en uso, dicen, están en la red. Se trató de la amistad con una persona adulta, desconocida y, por qué no decirlo, interesada en el principio aunque no en lo personal.
Acababa de empezar a ejercer el cargo de mayordomo en la Hermandad de la Candelaria. Era por estas fechas de diciembre y debido a las extrañas circunstancias en las que lo hicimos se nos venía el tiempo encima. En pocos días, encima de todo el jaleo de la lotería y demás, teníamos que organizar la tómbola benéfica de la bolsa de caridad y necesitábamos buscar regalos como fuera. Para ello comencé a contactar con algunos hermanos que podrían colaborar proporcionando regalos. Fue el primer “mangazo” que tenía que hacer y la verdad es que no me resultaba muy agradable la labor.
Había en la lista de hermanos que me proporcionaron, para llevar a cabo la misión, un nombre que me confundía. Yo, por la intensa vida de hermandad que he tenido siempre y los puestos que he tenido el honor de desempeñar en la misma, conozco de nombre y cara a muchísimos hermanos de la Candelaria, pero éste tenía trampa pues hay dos hermanos con el mismo nombre y primer apellido aunque en el segundo difieren. Uno de estos dos hermanos es conocido en la hermandad ya que fue, hace pocos años, Secretario de la junta de gobierno. Conociéndolo a él y su trabajo en Hacienda no encontraba relación con la aportación de regalos que me decían podría hacer. El otro es un hermano antiguo, pero yo no lo conocía y por más que preguntaba no encontraba quien me diera razón de él, ya se me hacía cuesta arriba el “mangazo”, mucho más sin conocer al interlocutor. Fue Vito, el que trató de sacarme de mi error: Tú estás confundido, este Juan Luís no es el de Hacienda este Juan Luís es el del “cinco”.
Con este apelativo del “cinco” se refería Vito, a la casa de vecinos que ostentaba ese número en la calle Conde Ibarra hace años. Esa casa fue cuna de buenos candelarios y yo creía conocerlos a todos, pero por mucho que me trataba de explicar quién era yo no lograba ponerle la cara. Victorino no es que sea el mejor interlocutor posible para darte norte de algo o alguien pues a su defecto de no ser capaz de decirte nunca ningún dato concreto, añade siempre la coletilla “tú me entiendes”. ¡Vete a mamarla Vito!, le dije cuando ya me tenía desesperado y me decidí a llamar a Juan Luís, sin saber a ciencia cierta a quién buscaba.
Aquella primera llamada fue muy fructífera pues, además de conseguir el objetivo de los regalos para la tómbola de la hermandad, abrió lo que creo es una sincera amistad entre dos personas que se han visto físicamente no más de dos o tres veces en estos cuatro años y que como un día se decidan a tomarse las cervezas que se deben, seguro que las acciones de Heineken suben y el de la taberna Coronado de la Puerta de la Carne, se pone rico. Desde entonces usamos el correo electrónico para nuestras comunicaciones y por las mañanas, cuando lo abro, casi siempre, lo primero que encuentro son unos archivos agradables de Juan Luis como forma de saludo de buenos días.
Hay un dicho por ahí, que asegura que la gente escribe como quiere ser, pero no como es. Yo no estoy de acuerdo. Yo no creo que nadie sea capaz de hablar de su familia, su trabajo, sus preocupaciones, sus ilusiones, sus disgustos, sus enfermedades, sus devociones, en definitiva de su vida manteniendo una mentira supuesta, mucho menos si se mantiene a través de los años. Yo al menos no sería capaz y creo que Juan Luis tampoco es de esos, si es verdad que existen. No es difícil comprobarlo pues basta con acercarse por su blog: Toma de horas, que no es más que la prolongación de la colaboración periódica que venía manteniendo con algunas páginas cofrades.
Hace unos días recibí un correo de Juan Luís que me disgustó. Nunca habría hecho público su contenido si él no hubiese dado el paso de publicar su motivo en su última entrada en el blog. En él me comunicaba la declinación que había hecho a la invitación de escribir y decir el Pregón del Cofrade, que había recibido de la hermandad de la Candelaria por medio de una llamada del Hermano Mayor. También en ese correo, me aseguraba Juan Luís que seguramente habría personas más cualificadas y preparadas que él para realizar ese encargo; que equivocado estás Juan Luís, que equivocado.
Siempre estaremos de acuerdo, y así en privado se lo hice saber, en que habrá personas más preparadas y significativas que lo puedan hacer, faltaría más, pues no hay Licenciados, Diplomados, Poetas, Sacerdotes, etc. De lo que no estoy tan seguro es que haya muchas personas más cualificadas para hacer un pregón tan desaprovechado como es el del Cofrade, que desde hace más de treinta años organiza la Hermandad de la Candelaria, que tú. Por allí han pasado pregoneros que posterior o anteriormente han realizado el Pregón de la Semana Santa, por lo tanto sería una estupidez por mi parte hacer la afirmación de desaprovechado que más arriba he dejado escrito sin dar una explicación de mi desengaño.
En tantos años hubo de todo: grandes oradores, buenos poetas, grandes comprometidos con la caridad igual que con la fe, buenos cristianos, etc. También hubo malos ripiosos, malos cocineros que no supieron ni hacer buenos refritos con los ingredientes de otros, falsos cofrades, cuasi profesionales del medio, etc. Creo que he asistido a casi todos y poco retengo en mi memoria que realmente hablasen del cofrade, salvo en el relativamente reciente de Miguel Ángel Moreno.
Esa es tu venial culpa Juan Luís. Que nos has privado de escuchar el pregón de un cofrade de verdad. El pregón de un cofrade de esquinas y recovecos. El pregón de un cofrade que espera, el día grande de su cofradía, en una taberna del antiguo barrio con los amigos de su infancia, que solo se ven ese día al año, para volver a ver a las Imágenes de su esperanza. El pregón del cofrade que se aferra a los barrotes de la cancela de una capilla en sus peores y en sus mejores momentos cuando está ante Ellos. El pregón del cofrade, ya abuelo, que espera con ansiedad ver vestido con la túnica de su hermandad a su primer nieto. El pregón del cofrade que siente miedo al vestir el negro ruan de verse desasistido de la fuerza y no ser capaz de terminar su estación de penitencia en la tarde del Jueves Santo. El pregón del cofrade que siempre está dispuesto a prestar la ayuda que se le pide. El pregón del cofrade que tiembla ante la mirada del Señor de Sevilla cuando le ofrecen el pañuelo de pureza en un besa pié. El pregón del cofrade que ha podido, durante muchos años, brindar el brazo a su madre la tarde de los viernes camino de San Lorenzo. El pregón del cofrade que últimamente ha sufrido el cambio de sede de su madre en la tierra. En definitiva Juan Luís, el pregón de un cofrade de los que cada vez quedan menos para desgracia de Sevilla y de nuestra Semana Santa.
Tomo prestada tu estilográfica y tus palabras para reclamarte como hiciste, con más razón que un Santo, a un pregonero de Sevilla: Juan Luís, tú, nos debes un pregón.
P.S. Sé que sabrás perdonarme esta reclamación que te hago de corazón Juan Luís, un abrazo
12 comentarios:
Emotivo, miarma. Parece que los más idóneos para desempeñar una labor suelen creerse los menos preparados.
Quien conoce a este hombre de verdad, siente librarse de un peso sabiendo que ha declinado este pregón.
Poco puede aportar a la SS quien durante muchísimos años a hecho gala de su ateísmo.
FJSA
Aver, mi arma, despues de de salir arrastrandome de un peazo bautizo con mucho arte, despues de preguntarme que le pasa al probe Rafaé, despues de decirme eso de totá pa que pensaré tanto y de que yo tampoco me lo creo, me pregunto ¿por que no le dices a tu amigo que el pregón ya lo tiene escrito? Nada mas tiene que leer tu entrada. Y te lo dice un medioagnostico. Menos mal que me he puesto al día en tu blog. Grácias y sigue escribiendo.
"Para "Anónimo (por cierto que oscura y fea palabra). Nadie se va a librar nunca de un Pregón de Juan Luis Franco, pues no dará ninguno. Nunca he renunciado a mi antigua condición de agnóstico (ateo es otra cosa) y no se lo que terminaré siendo dentro de unos años. Solo se lo que soy hoy y mañana Dios dirá. Pienso: luego existo. Lo que si es cierto es que lo que fui, lo que soy y lo que seré siempre será desde mi verdad y con la sinceridad por bandera. Invariablemente, eso si, con la solidaridad y la decencia por bandera. Por las iniciales de "Anónimo" presumo de que es alguien que un día le pidió ayuda a este "ateo" para confeccionar un Pregón (que por cierto no pasará a la Historia). La hoguera de la Inquisición siempre presta para quemar a los que no son -o piensan- como tú. !Porca miseria!, que dicen en tierras italianas. Chao.
Que me molesta el comentario de un anónimo, no lo puedo remediar.
Preferiré siempre lo que me pueda decir un agnóstico a lo que me asegure un cobarde.
Paso a darte un abrazo, querido Rafael, siempre con entradas tan valientes y emotivas.
Pues eso, un fuerte abrazo.
Yo, ní entro, ní salgo en esta historia, pero estoy de acuerdo con José Luís, los cobardes son gente extraña, que desde su escondite tienen el "valor" de decir lo que cara a cara no tienen h..... Tu gesto de dar la cara te honra y, además cada uno es lo que quiere ser y está es su derecho de cambiar de parecer, cuando lo crea necesario.
Sólo por éso, ¡dá el pregón con dos c......!.
¡Qué mala es la envidia|
Amigo, de estas cuestiones no entiendo, pero tus palabras están cargadas de razón... y emotividad ¡Ah, y estoy de acuerdo contigo!¡Qué rabia me dan las entradas en «Anónimo» que critican y se escudan en su falta de identidad!
Besos miles... encantada de leerte de nuevo, por cierto.
¡Qué falsos son aquéllos que juzgan la vida de los demás cuando la única arma que usan es la duda!
¿Qué creyente ante este mundo y esta Iglesia no habrá tenido nunca dudas, cuando menos? Y pobre de aquél que no piense, dude y se plantee cosas, sino que trague con todo sin más.
Un saludo a ambos pregoneros.
Finalmente, conseguí lo que estaba buscando! Sin duda disfrutando cada pedacito de ella. Me alegro de haber tropezado con este artículo! sonrisa Yo los he salvado de ver cosas nuevas lo que escribes.
Buen tirón de orejas que le has metido, aunque sea cariñoso.
Un abrazo.
Tengo algo de sabiduría maravillosa.
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