Seguidores

9 dic 2009

¿LO TENDREMOS QUE REPETIR?

Debe ser por la crisis económica que estamos viviendo, el que cada vez sea más recurrente en las conversaciones de toda índole: familiares, amigos, laborales, etc., el que algunos de los intervinientes saque el tema de achacar los malos tiempos que estamos pasando a la política de izquierda y la insufrible comparación con la España de los tiempos del Frente Popular, la posterior de Franco, e incluso peor, por aquellos que abordan el tema desde el recuerdo de la “puta” guerra civil que le tocó vivir a nuestros mayores. Mi idea de este gobierno por ahí está clara: no estoy de acuerdo en absoluto con su política. Pero de aquí, a decir lo que decimos va un abismo.

Si malo es escuchar la “batallita”, del abuelo o del padre, que nos coloca un interlocutor al que no conocemos, mucho peor es cuando el relator es conocido y trata de colocarnos el camelo, o directamente la mentira, que le venga en gana colocar de sus antepasados y los demás a callar, para no entrar en discordias y malos rollos.

Si la guerra civil, y lo anterior y posterior a ella, hubiese sido una lotería mi familia hubiese sido afortunada al 100% pues llevábamos de los dos números que podían salir premiados, me explico: Mi padre fue movilizado a los pocos meses de comenzar el Movimiento Nacional, por lo que se “mamó” casi toda la guerra en combate con el ejercito rebelde y después estuvo tres años más en el ejercito por si no había sido bastante. Sufrió una herida de bala en la espalda en Atarfe, Granada, y posteriormente sufrió heridas de metralla por la zona de Zaragoza en las piernas. –conservo su cartilla militar para poderlo comprobar- El llamamiento a filas lo recibió en Carmona, donde residía con su madre ya viuda y dos hermanas una mayor y otra menor que él de edad. Tuvo la “gran suerte” de tener también dos hermanos varones mayores que él, que al estar haciendo el servicio militar en tiempos de la República y estar éstos destinados fuera de Sevilla, se encontró que sus hermanos, criados bajo el mismo techo, ahora eran sus enemigos en el ejercito Republicano y cabía, por tanto, la posibilidad que uno hubiese “aliñado” a otro en defensa de sus IDEALES POLÍTICOS según se puede desprender de la lectura que hacen los historiadores cuando describen la formación de los ejércitos intervinientes en la contienda. ¿Quién del pueblo llano y trabajador sabía realmente dónde estaba y hacia dónde disparaba?

También por parte de mi madre recibimos una “agradable herencia”, ella tenía dos hermanos, varón y hembra, mayores y los tres malvivían en Los Montes de San Benito junto con mi abuela Carmen que ya había enviudado siendo muy joven y no tener otros ingresos que los que conseguía haciendo de “pasadora para otros” de café y otros artículos de contrabando desde Portugal. Lavando ropa de y para otros, haciendo quesos o haciendo de criada y limpiadora para quien le diera la miseria de sueldo que entonces se estilaba pagar por parte de los señoritos o profesionales que lo podían hacer: Médico, Farmacéutico o algún Directivo de las minas que por allí vivía. Mi tío Martín, como ya he apuntado su existensia en alguna otra entrada anterior, no sabía lo que era –¿ácrata, socialista, comunista? -seguramente era simplemente pobre- pero habiendo vivido las necesidades y miserias que vivió en su corta vida decidió no acudir a la llamada de su leva y se echó al monte y desde entonces nunca supieron más de él. Esa situación la conocimos mi padre, mis hermanas, mis tres primos hermanos y yo mismo en los últimos años setenta; pues hasta entonces había sido un secreto familiar bien guardado tanto por mi madre y tía y el marido de ésta que era primo hermano de ellas, como sus primos restantes que tuvimos oportunidad de conocer ya de muy mayores. Silencio absoluto, y muchas lagrimas cómplices que no sabíamos a que obedecían, cuando se encontraban. Muy esclarecedoras fueron las pocas conversaciones que tuve con el tío de mi madre, Alonso Márquez en el casino del Alosno delante de unas copas de aguardiente en los últimos años ochentas, que clarividencia con sus, noventa y muchos, años mal vividos y comidos y muy ingratamente trabajados.

Mi abuela Carmen, mi madre y mi tía Catalina padecieron los pelados al cero, las purgas de aceite de ricino, las llamadas a porretazos en su puerta cualquier noche y hora que había movida por el monte o cercanías, y los martirios que le causaron los guardias civiles destinados en aquel puesto. Al menos el tiempo que vivió en la aldea mi tío, no pudo hacer nada fuera de “cacho” pues, los vecinos de aquella aldea en aquella época no pasaban de los ciento y algo de habitantes, por lo tanto, todos eran muy conocidos como para poder sacar los pies del plato.

A mi padre, ya siendo yo adulto, le gastaba mucho la broma de decirle que vaya para lo que había ganado una guerra: pasar necesidades toda su juventud, vivir en un corral de vecinos hasta el año 1968, pasar por un desahucio aun teniendo un piso ya comprado, en la barriada Pino Flores, que no tenía licencia de habitabilidad por no tener realizadas las acometidas de electricidad y agua; -se daba la paradoja que el Arquitecto de estas viviendas era el hijo del dueño de la casa de vecinos de donde nos echaban como a perros- y cobrar la miseria de jubilación que cobraba después de toda una vida de trabajo, que no le hubiese procurado una vejez digna a no ser que mi hermana Carmen no hubiese convivido con mis padres hasta que se marcharon.

En fin, que ya es hora de que nos olvidemos de hablar de la guerra. De presumir de familiares “camisa vieja” y otras tonterías por el estilo que a lo único que nos llevan es a recordar las barbaridades que les tocó vivir a nuestros mayores, estuvieran en el bando que estuvieran. Ahora, hay mucho falangista y mucho comunista de toda la vida que si se descubriera la verdad de lo que tienen que callar sus familiares no estarían tan “orgullosos y felices” de hablar tan ligeramente de ellos y recordar sus “batallitas.

Lamentable me parece el uso partidista que se hace de la Bandera, que tanta sangre de hermanos costó, por chavales jóvenes que no se han tomado ni la molestia de saber algo sobre la realidad de nuestra “puta y guarra” guerra civil. Vergüenza me da cuando escucho a personas jóvenes decir muy en serio, aparentemente al menos, ¡Viva Franco! sin saber el daño que puede hacerle a muchas personas que sí lo han padecido en sus carnes y familias. También de los que dicen que la solución de España vendría de volver a técnicas de gobierno que se usaron en los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado.

Seamos serios y coherentes y no escuchemos a quien están haciendo apología de ideas y medidas muy parecidas a las que se dieron en los primeros treinta años del mismo siglo pasado, no olvidemos que si no recordamos nuestra historia estaremos condenados a repetirla.

Ojalá sea la última entrada que haga de este asunto, miarma. Dios quiera que cambiemos y maduremos por el bien de todos.

6 comentarios:

sevillana dijo...

Ninguna guerra amigo es buena para nadie. Me has recordado con tu entrada cosas que mi madre nos contaba, de como uno de sus hermanos estaba en un frente y otro en el otro; la de hambre y miseria que pasaron, el tiempo que mi abuelo estuvo escondido para que no lo mataran, en definitiva, ninguna guerra llega a buen puerto.
Besitos

X dijo...

Sé que hay más casos como el tuyo, que más de una y de mil familias ha tenido miembros en ambos bandos. Que ya es tarde para desearle la muerte al dictador y nunca fue tiempo de quererle vivo para siempre. Eso ha quedado atrás. Pero olvidarlo, nunca. Y mientras no olvidemos, probablemente volveremos a hablar de ello de cuando en cuando. No creo que sea malo, al contrario. Aunque tampoco creo que lleve a nada.

Edward dijo...

En mi familia tambien han tocado los dos bandos.
No debe olvidarse, pero no se puede vivier en el pasado, ni mucho menos calificar ne buenos y malos.

Actualmente se realiza un política detestable, en el que a falta de soluciones, se acude a unos ideales que ya no existen para justificar de alguna manera.

No se puede seguir enfrentando después de tanto tiempo. Menuda demagogia manipuladora nos está tocando vivir.

Un acierto los temas que sacas. Además te mojas, y bien mojado, que no es poco!!!

Verdial dijo...

Que realidad más cruda. Me puso los pelos de punta tan solo de imaginarlo. Que no se repita por favor.

También en mi familia hubo algo parecido (¿Y en qué familia no?).

Un abrazo

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Claro Sevillana, la guerra nada más que trae desgracias para todos y quien piense qque ganó se equivoca porque todos pierden algo.
Desear la muerte de alguien, X, nunca ha entrado en mi mente. Tienes razón en que debemos recordar, eso digo, e incluso hablar de ello pero no con la tribalización que lo hacemos y con el desconocimiento que lo hacemos.
Gracias Edward por tu consideración y aprecio. Eso es lo malo, como trato de explicarle a X, que cuando se trata el tema se hace desde el punto de vista partidista y cayendo en el enfrentamiento que existía entonces y que hoy está por completo fuera de contexto.
Esa es la verdad total Verdial, que en todas las familias está el recuerdo de esa maldad.
Por eso deberíamos luchar porque nunca se repita ese terror.
Gracias por vuestras visitas y comentarios.

X dijo...

No hablaba de ti, por supuesto, era una manera de decir que los tiempos de Franco ya pasaron (afortunadamente) y que ahora, aun sin olvidarlos, el tema debe ser otro.

Eso sí, sigue habiendo dos Españas.